miércoles, 27 de julio de 2016

// //

De la mano de San Agustín (10): La mujer fuerte

 El que nos recomendó este día por razón de sus santos me concederá que la debilidad de mi voz sea suficiente para vuestra atención. He recordado esto para que os dignéis ayudarme con el silencio, pues el espíritu está pronto para serviros, pero la carne es débil  (Cf Mt 26). Y el mismo espíritu, cualesquiera que sean los gozos que concibe de la Escritura de Dios, los da a luz y busca hacerlo en vuestros oídos y vuestras mentes. Preparad en vosotros un nido a la palabra. Pues también en la Escritura se nos pone como ejemplo la tórtola, que busca un nido donde poner sus polluelos  (Cf Sal 83,4). Lo que tengo en mis manos, la Escritura que estáis viendo, nos invita a buscar y a alabar a cierta mujer, que tiene un marido extraordinario que la encontró perdida y, habiéndola hallado, la atavió  (Cf Ef 5,25-27). Lo habéis oído hace poco en la lectura  (Cf Pr 31,10-31). Acerca de esta mujer, siguiendo el hilo de la Escritura, que veis tengo entre las manos, os diré las cosas -pocas por razón del tiempo- que el Señor me sugiera. Celebramos la festividad de los mártires y, por lo tanto, hay que alabar sobre todo a la madre de los mártires. Quién sea esta madre, lo sabéis ya por lo que dije anteriormente; ved si la reconocéis en lo que leo. Al presente, todo oyente, en cuanto se deja ver por vuestro afecto, está diciendo en su interior: «Tiene que ser la Iglesia. Confirma este pensamiento». ¿Qué otra mujer pudo ser madre de los mártires? Así es. Lo que pensasteis, eso es. La mujer de la que pensamos decir algo es la Iglesia. No sería decoroso hablar de cualquier otra mujer. Y ello, aunque en la lectura de la pasión de los mártires oímos que se mencionaban también mujeres de las que no sería indecoroso hablar; pero tampoco las silenciamos cuando alabamos a la madre de ellas.

 Considerad de quién sois miembros; ved de quién sois hijos. ¿Quién encontrará la mujer fuerte? (Pr 31,10).  La fortaleza de la mujer cuadra con la festividad de los mártires. Pues si ella no fuese fuerte, sus miembros hubiesen claudicado en la pasión. ¿Quién encontrará la mujer fuerte? Esdifícil encontrarla; mejor, es difícil desconocerla. ¿No es ella la ciudad puesta en un monte, que no puede quedar escondida?  (Cf Mt 5,14) ¿Por qué se dijo: Quién la encontrará, cuando se bebía haber dicho «quién no la encontrará?» Pero tú ves la ciudad cuando ya está ubicada en el monte; mas, antes de ubicarla allí, se halló la que estaba perdida  (Cf Lc 15,6). Una vez que comenzó a brillar, ¿quién no la ve? Cuando estaba oculta, ¿quién podía encontrarla? Esta misma ciudad es aquella única oveja perdida a la que buscó el pastor y, después de encontrarla, la cargó gozoso sobre sus hombros  (Lc 15,4-6). Este pastor es el monte; la oveja sobre sus hombros, la ciudad sobre el monte  (Cf Sal 47,2). Te resulta fácil verla ya ubicada en el monte. ¿Cómo ibas a encontrarla cuando se ocultaba entre zarzas, entre las espinas de sus pecados? Es algo grande que se la haya buscado allí; algo maravilloso que se la haya encontrado allí. La dificultad de este hallazgo queda indicada cuando se dice: ¿Quién encontrará la mujer fuerte?  (Pr 31,10) ¿Quién, pues, dado que ciertamente hubo uno, no ninguno? Como se dijo de su marido, el león de la tribu de Judá (Cf Ap 5,5), de quien la profecía predijo con anterioridad: Subiste recostado  (Gn 49,9) , es decir, en la cruz. Subiste: es la cruz; recostado, es lamuerte. ¿Qué es: Subiste, sino aquello que está escrito: Y le crucificaron?  (Lc 24,20; Jn 19,180) Por esto dice él mismo: Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así conviene que sea levantado el hijo del hombre, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga la vida eterna  (Jn 3,14-15). ¿Qué significa: recostado? E inclinando la cabeza, entregó su espíritu  (Jn 19,30.Por tanto, como allí se dijo: Subiste recostado, continuó: Dormiste como un león  (Gn 49,9). Dormiste como un león, no huiste como una zorra. ¿Qué significa: Dormiste como un león? Por propio poder, no por necesidad  (Cf Jn 10,18). Habiendo dicho: Dormiste como un león, prosiguió: ¿Quién lo despertará?  (Gn 49,9)¿Quién lo despertará? No presupone que nadie lo despertará; sólo pregunta qué hombre. En efecto, ¿quién lo despertará sino Dios, que lo levantó de entre los muertos y le dio un nombre sobre todo nombre?  (Flp 2,9) Se despertó él también a sí mismo, razón por la que dice: Destruid este templo, y yo lo levantaré en tres días  (Jn 2,19). Igual ahora; cuando oís: ¿quién encontrará a la mujer fuerte?  (Pr 31,10) no penséis que habla de aquella Iglesia que está oculta, sino de la que fue encontrada por uno para que a nadie se ocultara. Por lo tanto, merece ser descrita, alabada, recomendada, amada como madre por todos nosotros, pues es esposa de un solo marido. ¿Quién encontrará la mujer fuerte? ¿Quién no ve a esta mujer tan fuerte? Pero esto ocurre ahora que ya fue encontrada, que ya destaca, ya es célebre, ya gloriosa, ya está ataviada, ya resplandece; para decirlo brevemente, está extendida por toda la tierra.
S  37, 1-2

0 Reactions to this post

Add Comment

Publicar un comentario