martes, 26 de julio de 2016

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De la mano de San Agustín (9): La parábola del sembrador y de la cizaña

 «¡Oh vosotros, cristianos que vivís santamente; siendo pocos, suspiráis entre muchos; sois pocos y gemís entre muchísimos! Pasará el invierno, vendrá el verano; ved que llegará la siega. Vendrán los ángeles, que pueden separar sin que puedan equivocarse. En este entretiempo somos semejantes a los siervos en cuya boca se ponen las palabras: ¿Quieres que vayamos y la recojamos? (Mt 13,280 Pues quisiéramos que —si fuese posible— no quedase ningún malo entre los buenos. Pero se nos dijo: Dejad que ambos crezcan hasta la siega. ¿Por qué? Porque sois tales que podéis equivocaros. Escucha, por último: No sea que cuando queráis arrancar la cizaña, arranquéis también el trigo (Mt 13,39). ¿Qué bien hacéis? ¿No echaréis a perder mi cosecha con vuestra diligencia? Vendrán los segadores. Y aclaró quiénes son: Los segadores son los ángeles (Mt 13,39). Nosotros somos hombres, los segadores son los ángeles. También nosotros, si concluimos nuestra carrera, seremos iguales a los ángeles de Dios (Cf Mc 12,25; Lc 20,360. Mas ahora, cuando nos indignamos contra los malos, somos aún hombres. También nosotros debemos escuchar ahora: Por tanto, el que crea estar en pie mire no caiga (1Co 10,12). ¿Pensáis, hermanos, que la cizaña no sube a las cátedras episcopales? ¿Pensáis que está abajo y no arriba? Ojalá no seamos cizaña. Pero a mí me importa poco ser juzgado por vosotros (1Co 4,30. Digo a Vuestra Caridad que en las cátedras episcopales hay trigo y hay cizaña; y en las comunidades de fieles hay trigo y hay cizaña. Los buenos toleren a los malos; los malos cambien e imiten a los buenos. A poder ser, pertenezcamos todos a Dios; por su misericordia, esquivemos todos la malicia de este mundo. Busquemos los días buenos (Cf Sal 33,13; 1P 3,10), ya que vivimos en días malos; pero no blasfememos en estos días malos para poder llegar a los buenos.
S 73, 4  

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