martes, 27 de septiembre de 2016

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Reflexión del Domingo XXVI Tiempo Ordinario C

    La fe es un regalo de Dios y, por eso mismo, tiene toda la posibilidad para que nosotros creamos con motivo suficiente y convirtamos la existencia en una acción de gracias. Lo que nos falta en cantidad de ocasiones es que no nos paramos a escuchar la voz del Señor, a dejarnos despertar y planificar luego la vida con una visión distinta en las manos de Dios. 

    Ayer como hoy, basta tener en cuenta la Palabra de Dios de este domingo y encontrar los mayores desajustes y aciertos de la persona humana: ¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaria!; Mantente firme en el combate de la fe; si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto. A primera vista nos parecen referencias muy serias y llenas de atención para que no quedemos en una actitud de vida conforme. Es cierto que vivimos en un tiempo y en una sociedad de riesgo y donde los valores absolutos están muy lejos de la atención y responsabilidad del hombre. ¿Somos capaces alguna vez de estar atentos a una difusa angustia que sentimos al caer la noche? 

    El profeta Amós va presentando a Yahvé que ha elegido a Israel, distinguiéndolo de los otros pueblos, Pero esa elección divina, más que un privilegio es una responsabilidad y una exigencia que la obligan a practicar una conducta diferente. Israel no está a la altura de estas exigencias, sino que falla en tres ámbitos: la distribución de las riquezas, la práctica de la justicia y el culto.

    La invectiva contra los que celebran banquetes en lechos de marfil concluye con un “por eso” que anuncia el anuncio de la desventura. Este anuncio parecía increíble en tiempos de Amós, ya     que entonces se vivía una etapa de paz y prosperidad. El v. 6 indica que los festines se hacían sin ninguna aflicción por la “ruina de José”, que es una denominación de las tribus del norte. Tal indiferencia denota una vez más la ceguera de los que se sienten seguros, sin tener en cuenta las advertencias que les hacía el profeta. En el camino del cautiverio estos nobles irán al frente de los deportados.

    San Pablo, en contraste a los falsos maestros. presenta a Timoteo como el verdadero modelo para los líderes de la comunidad: es el “hombre de Dios”. Destaca que Timoteo es lo contrario de sus opositores y por eso debe “pelear la buena batalla de la fe” y continuar la lucha que Pablo llevó a cabo en su vida. El testimonio de Timoteo es bueno, sincero y valiente 

    Hay una referencia particular de Pablo a Timoteo: le urge a Timoteo que profundice su semejanza con Cristo; debe seguir el modelo de la buena confesión de fe de Jesús, preparándose a sacrificar su vida como hizo Jesucristo: se trata de un sacrificio que conduce a la vida eterna porque Timoteo sirve al Dios que “da la vida a todo lo que existe”.

    La parábola que nos ofrece el evangelista Lucas consta de dos partes: a) Una sección narrativa en la que se plantea la situación que lleva a la crisis y b) el diálogo entre el rico y Abrahán, con tres intervenciones de cada uno. La parábola no nos dice si Lázaro era piadoso y sí el motivo por el que el rico es atormentado después de su muerte: por no haberse convertido.

    En la moral del evangelio, las riquezas tienen una función social. De hecho, lo único que motiva los tormentos del rico, según la parábola, es la insensibilidad ante el pobre. El evangelista considera malo al rico porque no se fija en los demás, no piensa más que en sí mismo y no comparte sus bienes con los que viven en la miseria.

NUESTRA REALIDAD
    Vivir la fe conlleva consigo la conciencia de un don de Dios y dar así sentido a vivir cristianamente. Y esa actitud, que exige verdad y limpieza de miras tiene delante el mensaje de san Pablo: Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado… La vida en la fe es una respuesta al plan de Dios y consiguientemente requiere un cuidado de la gracia que se recibe y de la fidelidad que comporta el don recibido.

    La enseñanza de san Pablo requiere en nosotros una conciencia de vivir una vida interior que nos lleve a descubrir el camino de Dios y que requiere por nuestra parte tiempo, capacidad de espera, paciencia… Esto nos lleva a completar el mensaje del apóstol: y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. Se nos exige, siempre como regalo, ser consecuentes con la gracia que recibimos, con nuestra respuesta agradecida al Señor y la certeza de encontrar en Él la ilusión y la fuerza necesarias para anunciar el reino de Dios.

    Vivir con la mirada puesta en el Señor es gracia que exige en nosotros una fe profunda y una humildad que nos lleve a una entrega total para vivir la fe en plenitud y gozar de una verdadera alegría. Cada día es un reto ante un mundo que camina a su ritmo pero también es un momento constante para que el cristiano manifieste dónde está la base de su verdadera felicidad.  

EXAMEN y ORACIÓN
     Fiarse de Dios no es solo un punto de arranque, es un horizonte donde la verdad, la gracia y el amor constituyen el núcleo fundamental que como creyentes recibimos. Esto conlleva la escucha sincera, basada en el deseo de comprometernos en el encuentro constante con Dios y que nos dirige a un diálogo que no es solo búsqueda de la verdad. Es, también, encuentro y una llamada al corazón.
    Cada uno se enfrenta cada día a sí mismo y debe examinarse si su actitud interna es sincera, humilde y agradecida:
    *Renuevo, Señor, mi confianza en ti, en tu amor y en tu misericordia, Sólo así puedo descubrir lo que Tú quieres manifestarme a fin de que mi vida camine en la sencillez y en la esperanza. Descúbreme cómo vivir en la interioridad y en el silencio para que valore mejor el amor con el que Tú me amas.
    *Señor: manténme firme en el “buen combate de la fe” y oriéntame  hacia una liberación personal de mis ilusiones banales, de la indiferencia y de las falsas vanidades. Dame un corazón sencillo y abierto siempre a Ti para que descubra tu sendero de amor y sacrificio.
    *Señor: abre mis ojos, endereza para que no me doble ante la dificultad y viva con la seguridad de que Tú eres Todo y en Ti está la felicidad.  

CONTEMPLACIÓN
    Cuando aquel rico, se hallaba en medio de los tormentos del infierno, deseó que una gota de agua cayese en su lengua del dedo de quien había deseado las migas de su mesa. Más fácilmente, quizá, hubiese llegado éste a las migas que aquél a la gota de agua. En efecto, se le negó esa agua. Le respondió Abrahán en cuyo seno se hallaba el pobre: <Recuerda hijo que recibiste tus bienes en tu vida>. Lo que me he  propuesto demostrar en que él se condenó la impiedad y la infidelidad y no las riquezas ni la abundancia de bienes temporales. <Recibiste -le dijo-, tus bienes en tu vida> ¿Qué significa <tus bienes?> Los otros no los consideraste como bienes. ¿Qué significa <en tu vida>? No creíste que hubiera otra. Tus bienes, pues, no los de Dios; en tu vida, no en la de Cristo. Recibiste tus bienes en tu vida. Se acabó aquello en que creíste, y, en consecuencia, no recibiste los bienes mejores, puesto que, cuando te hallabas en los inferiores no quisiste creer en ellos…

    Y el que despreció al pobre quiso, con tardía misericordia, que se hiciese a sus hermanos la misericordia que no se hizo a él mismo (san AGUSTIN en Sermón 299 E, 3-4)

ACCIÓN. El salmo responsorial de este Domingo es: Alaba, alma mía, al Señor ¿Me comprometo a que sea una realidad en mi vida?
P. Imanol Larrínaga

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