jueves, 19 de enero de 2017

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De la mano de San Agustín (10): LA BONDAD DE LA VIUDEZ (1)

Exordio justificativo de la obra

Envuelto en muchas y gravísimas ocupaciones, me pongo a escribirte algo acerca de la profesión de la santa viudez para saldar mi deuda, por la promesa que te hice y por el amor que te debo en Cristo. Estando presente, me abrumaste con tus ruegos, y no pude negarme; pero luego no has cesado de recordarme por carta mi promesa. Cuando en este opúsculo halles algo que no se refiera a tu persona o a la de aquellas que vivís juntas en Cristo, no debes tenerlo por superfluo. Aunque el escrito va dirigido a ti, no fue escrito tan solo para ti, ya que he querido aprovechar la ocasión de ser útil también a otros por tu medio. Si hallares algo que nunca fue para vosotras necesario o ya no lo es, pero vieres que lo es para otras, guárdalo y dalo a leer, para que así tu caridad sea de utilidad.

Doble división de la obra: doctrina y exhortación

En los problemas que atañen a nuestra vida y costumbres, no basta la doctrina, sino que es necesaria también la exhortación. Por la doctrina conocemos lo que debemos hacer. ¿Y yo qué te podré enseñar sino lo que leemos en el Apóstol? Porque la Sagrada Escritura ha fijado las normas de nuestra doctrina para que no osemos saber más de lo que conviene saber, sino que, como el mismo Apóstol dice, sepamos con mesura, según el grado de fe que a cada uno le haya asignado el Señor (Rm 12,3). No voy, pues, a enseñarte otra cosa sino a exponerte las palabras del Doctor apostólico y a discutirlas según me lo permita el Señor.

Precisión terminológica paulina sobre estados de vida

Dijo, pues, el Apóstol, doctor de los gentiles, vaso de elección (Hch 9,15): digo yo a las solteras y viudas que es un bien para ellas el permanecer así, como yo mismo (1Co 7,8). Entendamos esa frase de modo que también a las viudas les convenga el calificativo de solteras, aunque primero fueron casadas; con ese nombre de solteras designa a las que de hecho son libres, aunque antes no lo fueran, como aparece en otro lugar, donde distingue la mujer soltera y la virgen (1Co 7,34). Al decir virgen, ¿qué quiere decir soltera sino viuda? Después comprende ambas profesiones con el solo término de solteras, diciendo: la mujer soltera se preocupa de las cosas que son del Señor, cómo ha de agradar a Dios; en cambio, la casada se preocupa de las cosas que son del mundo, cómo ha de agradar al marido (1Co 7,34). Por soltera no quiere entender tan solo a la que nunca se casó, sino también a la que por su viudez ha quedado libre del vínculo de las nupcias y ha dejado de ser casada; casada llama tan solo a la que tiene marido y no a la que lo tuvo y lo perdió. Por eso, toda viuda es soltera. Mas como no toda soltera es viuda, pues las hay que son vírgenes, puso los dos nombres, diciendo: digo yo a las solteras y viudas; como si dijera: Lo que digo a las solteras, se refiere no tan solo a las vírgenes, sino también a las viudas: es un bien para ellas permanecer así, como yo mismo (1Co 7,8).
  B. Vid., I-II

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