jueves, 12 de enero de 2017

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De la mano de San Agustín (7): Fe e inteligencia; el ver de la Palabra

¿Qué dices, entonces? Habla el mismo Hijo Único en persona, el Hijo unigénito mismo habla en el evangelio; la Palabra misma pronunció palabras para nosotros, a ella misma la oímos decir: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre (Jn 5,19). Ya obró el Padre para que vea el Hijo lo que él hará y, sin embargo, el Padre no hace nada sino por medio del Hijo. Sin duda, te sientes molesto, hereje; te sientes molesto, pero ese malestar, igual que si hubieras tomado eléboro, es fuente de salud. Adviertes no ser ya el mismo: en cuanto puedo juzgar, tú mismo condenas tu opinión y tu apreciación terrena. Échate a la espalda los ojos corpóreos; si tiene algo en el corazón, elévalo a lo alto, contempla las cosas divinas. Ciertamente escuchas palabras humanas por medio de un hombre, del evangelista; por medio del evangelio escuchas palabras humanas en cuanto hombre; pero escuchas algo referidos a la Palabra de Dios para que, oyendo palabras humanas, conozcas realidades divinas. El Maestro te pinchó para instruirte; suscitó una cuestión para provocar tu atención. El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre (Jn 5,19). Lo lógico era que dijera: «Cualquier cosa que hace el Padre, el Hijo hace otras semejantes». Pero no dice eso, sino: Cualquier cosa que hace el Padre, esa misma la hace también el Hijo (Jn 5,19). No hace unas cosas el Padre y otras el Hijo, puesto que todo lo que hace el Padre lo hace por el Hijo. El Hijo resucitó a Lázaro (Cf Jn 11), ¿acaso no lo resucitó el Padre? El Hijo otorgó la vista al ciego (Cf Jn 9), ¿acaso no se la otorgó el Padre? Se la otorgó el Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. Es la Trinidad, pero único es su obrar, única la majestad, única la eternidad, la coeternidad y las mismas las obras de la Trinidad. No crea el Padre a unos hombres, el Hijo a otros y el Espíritu Santo a otros; es uno mismo el hombre a quien crea el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo. El que crea es el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo, el Dios único.

Te fijas en la pluralidad de personas; reconoce, no obstante, la única divinidad. En atención a la pluralidad de personas, se dijo: Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra (Gn 1,26). No dice: «Voy a hacer al hombre; pon atención mientras lo hago, para que también tú puedas hacer otro». Hagamos —dijo—: advierto el plural; a imagen nuestra: de nuevo advierto el plural. ¿Dónde, entonces, hallo que Dios es uno solo? Lee lo que sigue: Y Dios hizo al hombre (Gn 1,27). Se dice: Hagamos al hombre, no: «Los dioses hicieron al hombre». La unidad de Dios se advierte en las palabras: Dios hizo al hombre. ¿Dónde queda, pues, aquel modo terreno de ver? Quede confundido, escóndase, hágaselo desaparecer; háblenos la Palabra de Dios. Siendo ya piadosos y creyentes, estando ya imbuidos de fe y mereciendo entender algo, volvámonos a la Palabra misma, a la fuente de la luz y digámosle juntos: «Señor, el Padre hace las mismas cosas que tú, puesto que todo lo que hace el Padre por hace por medio de ti. Hemos escuchado eras la Palabra que existía en el principio (Cf Jn 1,1); no lo vimos, pero lo creemos. Allí escuchamos a continuación que todas las cosas fueron hechas por ti (Cf Jn 1,3). En consecuencia, todo lo que hace el Padre lo hace por medio de ti. Tú, entonces, haces las misas cosas que el Padre. ¿Cuál es, pues, la razón por la que quisiste decir: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre? (Jn 5,17) Efectivamente advierto cierta igualdad tuya con el Padre cuando escucho: Cualquier cosa que hace el Padre, esa misma la hace también el Hijo (Jn 5,19). La igualdad la reconozco, la comprendo, la capto en cuanto puedo en estas otras palabras: Yo y el Padre somos una sola cosa (Jn 10,30). ¿Qué significa eso de que no puedes hacer nada sino ves al Padre hacerlo? ¿Qué significa eso?
S 126, 8-9



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