lunes, 2 de enero de 2017

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LA MADRE

A muchos les puede extrañar que la Iglesia haga coincidir el primer día del nuevo año civil con la fiesta de Santa María, Madre de Dios. Y, sin embargo, es significativo que, desde el siglo IV, la Iglesia, después de celebrar solemnemente el nacimiento del Salvador, desee comenzar el año nuevo bajo la protección maternal de María, Madre del Salvador y Madre nuestra.
        Los cristianos de hoy nos tenemos que preguntar qué hemos hecho de María estos últimos años, pues probablemente hayamos empobrecido nuestra fe eliminándola de manera inconsciente de nuestra vida.

      Movidos, sin duda, por una voluntad sincera de purificar nuestra vivencia religiosa y encontrar una fe más sólida, hemos abandonado excesos piadosos, devociones exageradas, costumbres superficiales y extraviadas. Hemos tratado de superar una falsa mariolatría en la que tal vez sustituíamos a Cristo por María y veíamos en ella la salvación, el perdón y la redención, que, en realidad, hemos de acoger de su Hijo.
        Si todo ha sido corregir desviaciones y colocar a María en el lugar auténtico que le corresponde como Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia, nos tendríamos que alegrar y reafirmar en nuestra postura. Pero, ¿ha sido exactamente así? ¿No la hemos olvidado excesivamente? ¿No la hemos arrinconado en algún lugar oscuro del alma junto a las cosas que nos parecen de poca utilidad?

      El abandono de María, sin ahondar más en su misión y en el lugar que ha de ocupar en nuestra vida, no enriquecerá jamás nuestra vivencia cristiana, sino que la empobrecerá. Probablemente hayamos cometido excesos de mariolatría en el pasado, pero ahora corremos el riesgo de empobrecernos con su ausencia casi total en nuestras vidas.

        María es la Madre de Jesús. Pero aquel Cristo que nació de su seno estaba destinado a crecer e incorporar a numerosos hermanos, hombres y mujeres que vivirían un día de su Palabra y de su Espíritu. Hoy María no es solo Madre de Jesús. Es la Madre del Cristo total. Es la Madre de todos los creyentes.
        Es bueno que, al comenzar un año nuevo, lo hagamos elevando nuestros ojos hacia María. Ella nos acompañará a lo largo de los días con cuidado y ternura de madre. Ella cuidará nuestra fe y nuestra esperanza. No la olvidemos a lo largo del año.
José Antonio Pagola


                                      ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS
       Vuelve tu mirada, Señor, hacia este mundo que olvida tan fácilmente que sólo en ti se encuentra la paz y que no vamos a ninguna parte si no vamos juntos.
       No nos dejes cenar los ojos a la guerra, a tantas guerras sostenidas por la ignorancia y el fanatismo pero promovidas de incógnito por los fabricantes y los traficantes de armas y por los comerciantes de agua, petróleo y minerales.
       No nos dejes cenar los ojos a la miseria de los que pasan hambre, de los faltos de sanidad y educación, de los que no tienen una familia ni un hogar, de los explotados, de los descartados.
       Enséñanos a contemplarte con los ojos de María. Ella te miraba acostado en un pesebre.
       Ahora te has hecho para nosotros pan de vida y camino de salvación. Amén.

                                                 FELIZ AÑO  NUEVO  

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