jueves, 16 de marzo de 2017

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Los Cinco Minutos del Espíritu Santo

Es maravilloso pensar que el corazón humano del Señor Jesús está lleno, repleto de la luz, del fuego, del agua del Espíritu Santo. Y de ese Corazón sagrado, abierto por la lanza, brota para nosotros el manantial sublime del Espíritu. Si leemos el Evangelio de Juan, allí nos encontramos a Cristo prometiendo saciar nuestra sed con el agua del Espíritu que brota de su ser (Juan 7,37-39). Y luego, en la cruz, vemos que es el costado herido del Señor la fuente del agua viva (Juan 19,34). Pero a la vez, el Espíritu que brota de ese Corazón, nos envuelve y nos hace entrar en el misterio de amor de ese Corazón que quema. San Buenaventura lo expresaba con intensa belleza:
"Tu corazón fue herido Señor, para que tuviéramos una entrada libre... Y fue herido también para que por esa llaga visible pudiéramos ver la herida invisible del amor. Porque quien arde de amor, de amor está herido... Abracémonos a nuestro amado... Roguémosle que encienda nuestro corazón y lo ate con los dulces lazos de su amor, y que se digne herirlo con sus dardos quemantes...Esto es algo misterioso y secretísimo, que sólo puede conocer quien lo recibe; y nadie lo recibe sino el que lo desea, y nadie lo desea si no lo inflama en su intimidad el Espíritu Santo" Vida Mística 4,5-6; Itin. 7,2

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Un pensamiento diario de San Agustín de Hipona

"El Señor nos lleva hacia él"
Señor, tú nos ayudas mientras vamos hacia ti.
Haz que nunca podamos atribuir a nuestra sabiduría nuestra conversión, ni a nuestra fuerza el haberte alcanzado. De este modo evitaremos ser rechazados por ti, que resistes a los soberbios.
(Enarraciones sobre el salmo 18,15)
Oración - Señor, ayúdanos para que podamos cambiar y encontrarte pronto a ofrecerte tú mismo por la alegría de quienes te aman. (Enarraciones sobre el salmo 6,5)

P. José Luis Alonso Manzanedo

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