jueves, 4 de mayo de 2017

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DIOS MALGASTADO



  ¿Cómo es posible, oh Dios, que cada día
  yo levante tu Sangre entre mis manos
  y que mis labios sigan siendo humanos
  y que mi sangre siga siendo mía?

  Treinta años sacerdote, y todavía
  nada sé de tu amor, y he vuelto vanos
  tus doce mil prodigios soberanos
  y doce mil millones perdería.

  ¡No vengas más! ¡Refúgiate en tu cielo
   o búscate otras manos más amigas!
   ¡Yo soy capaz de congelar tu fragua!
   Me das amor, y te lo torno hielo.
   Siembras tu Carne, y te produzco ortigas.
    Viertes tu sangre, y la convierto en agua. 

P. José Luis Martín Descalzo


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