miércoles, 25 de octubre de 2017

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LAS BUENAS OBRAS

Mas, por si tal vez se le ocurre a alguno pensar que el Señor manda que las buenas obras sean como escondidas allí donde dice: Guardaos de realizar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos (Mt 6,1), esta cuestión ha de ser resuelta para saber cómo hemos de obedecer al Señor, sin creer que no podemos hacerlo cuando le escuchamos que ordena cosas contradictorias. En un sitio dice: Brillen vuestras obras delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras (Mt 5,16); y en otro: Guardaos de realizar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos (Mt 6,1). ¿Queréis saber cuánto urge solucionar esta cuestión, que, si no se le da solución, causa problemas? Ciertos hombres hacen el bien y temen ser vistos, y ponen todo su afán en encubrir sus buenas obras. Buscan la ocasión en que nadie los vea; entonces dan algo con el temor de chocar con aquel precepto en que se dice: Guardaos de realizar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos. Pero el Señor no mandó que se ocultasen las buenas obras, sino que no se pensase en la alabanza humana al hacer las buenas obras. Además, cuando dijo: Guardaos de realizar vuestra justicia delante de los hombres, ¿cómo acabó? Para ser vistos por ellos, es decir, que las hagan para ser vistos por los hombres, que sea ése el fruto que busquen de sus buenas obras y ése lleven, que no esperen ninguna otra cosa ni deseen ningún otro bien superior y celestial. Si lo hacen sólo para ser alabados, caen bajo la prohibición del Señor. Guardaos de realizar. ¿Cómo? Para ser vistos por ellos. Guardaos de buscar este fruto: el ser vistos por los hombres.

Y, sin embargo, manda que nuestras obras se vean, y dice: nadie enciende una candela y la pone bajo un celemín, sino sobre el candelabro, para que alumbre a todos los de la casa (Mt 5,15). Y también: Brillen así vuestras buenas obras ante los hombres, para que vean —dice— vuestras buenas acciones. Y no se paró ahí, sino que glorifiquen —añadió— a vuestro Padre que está en los cielos (Ibid. 16). Una cosa es buscar en la buena acción tu propia alabanza y otra buscar en el bien obrar la alabanza de Dios. Cuando buscas tu alabanza, te has quedado en la mirada de los hombres; cuando buscas la alabanza de Dios, has adquirido la gloria eterna. Obremos así no para ser vistos por los hombres, es decir, obremos de tal manera que no busquemos la recompensa de la mirada humana. Al contrario, obremos de tal manera que busquemos la gloria de Dios en quienes nos vean y nos imiten, y caigamos en la cuenta de que si él no nos hubiera hecho así, nada seríamos
S 338, 3-4

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