jueves, 26 de octubre de 2017

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LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO


El Espíritu Santo nos ama y nos valora, y por eso su deseo es que nosotros seamos cada vez más bellos. Él espera que aceptemos su gracia para convertirnos en seres más completos, no reducidos a un área de la vida, a un tipo de experiencias, a una mentalidad determinada, a determinadas capacidades. Él quiere llevarnos a horizontes más amplios, hasta llegar a una gran apertura del corazón.

Él quiere desarrollar en nuestra vida todas las virtudes y dones, para que vivamos cada vez mejor el Evangelio. En nosotros hay muchas cosas buenas que él espera hacer crecer.

Pero sobre todo, quiere llevarnos a imitar cada vez más a Jesús, para que reaccionemos como él reaccionaba y vivamos como él vivía.

El Espíritu Santo quiere que tengamos la generosidad de Jesús, la paciencia de Jesús, la entrega de Jesús. Por supuesto, cada uno de nosotros imitará a Jesús a su modo, y todos de diferente manera, porque el Espíritu Santo es inmensamente creativo, y puede hacer millones de obras de arte, pero todas diferentes. Dejemos que él, como un artesano lleno de amor, haga ese trabajo en nuestra vida.

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Los Cinco Minutos de San Agustín de Hipona

Para entregarme a ti me retenían unas bagatelas y vanidades de vanidades antiguas amigas mías; y me tiraban del vestido de la carne, y me decían por lo bajo: "¿Nos dejas?" y "¿desde este momento no estaremos contigo por siempre jamás?" y "¿desde este momento no te será lícito esto y aquello?"

¡Y qué cosas, Dios mío, qué cosas me sugerían con las palabras esto y aquello! Por tu misericordia aléjalas del alma de tu siervo. ¡Qué suciedades me sugerían, qué indecencias! Pero las oía ya de lejos, menos de la mitad de antes, no como contradiciéndome a cara descubierta saliendo a mi encuentro, sino como musitando a la espalda y pellizcándome a escondidas al alejarme, para que volviera la vista. Hacían, sin embargo, que yo, vacilante, tardase en romper y desentenderme de ellas y saltar a donde era llamado. Mientras tanto la costumbre violenta me decía: "¿Qué?, ¿piensas tú podrás vivir sin estas cosas? 
P. José Luis Alonso, OAR

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