miércoles, 18 de octubre de 2017

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SANTA MAGDALENA DE NAGASAKI (1)

PRIMER DÍA
Ambientación

        Japón en los siglos XVI-XVII está marcado por la fe cristiana. Las noticias llegaban a España y Portugal, países misioneros por excelencia, por medio de la correspondencia personal, de las relaciones de las congregaciones y de superiores civiles y religiosos. Esto cautivó a los religiosos en esta empresa y embarcaron a las principales órdenes, franciscanos, dominicos y agustinos en esa misión.

        Hoy nos llega por medio de descripciones de novela histórica de Susaku Endo con su Silencio, Samurai, Río profundo o de películas como la última de Scorcese.

        En estos siglos se fueron acortando los océanos que van a ser surcados camino de oriente para expresar la fuerza misionera de la Iglesia. Se vislumbrar primero Filipinas y después Japón. Los Agustinos llegaron a Filipinas el 1565, los Recoletos el 1606, y todos llevan una mirada de evangelización superando penurias y fatigas. Los primeros, en una ruta llena de piratas y tormentas, llegaron a Japón el 1605, y los otros no lo hicieron hasta 1623.

        Japón era un reto que llenaba a los misioneros de entusiasmo, aunque no se podían olvidar las turbias sensaciones y escaramuzas entre flotas por el interés del comercio.

        Año 1614, poco después de nacer Magdalena, el emperador declara fuera de la ley a los cristianos deportando a muchos. Otros tantos se escondieron y permanecieron con la amenaza constante del martirio. Desde el balcón de Filipinas se sigue con inquietud lo que allí sucede, pero no se apagarán los intentos, ahora clandestinos, de arribar a esas islas. De mártires se dará un número muy abultado, hasta 30.000, y entre ellos los padres y hermanos de Magdalena, que quedó sola.

         Los agustinos recoletos eran pocos, entre ellos los beatos Francisco de 3 Jesús y Vicente de san Antonio. El año 1622 se recrudeció la persecución en Japón y eso hizo que se avivara más el sentido martirial entre los religiosos. Tras un viaje imposible, llegaron con otros a Nagasaki el 20 de junio de 1623 y desde allí descubrieron una iglesia de catacumbas a la que servirán desde la clandestinidad. Llegará un momento en el que estos dos santos se separen, uno al norte y otro al sur, para volver a juntarse y confirmar su compromiso. Acorralados en Nagasaki después de celebrar la fiesta de san Agustín en el año 1629, son apresados: aguas sulfurosas y corrosivas junto al volcán Unzen, jaulas exiguas, siendo quemados vivos el día 3 de septiembre de 1632 en la así llamada “colina de los mártires de Nagasaki.
SECRETARIADO GRAL. ESPIRITUALIDAD
A. R.

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