lunes, 20 de noviembre de 2017

// //

LA DISCIPLINA CRISTIANA (2)

Qué es vivir bien 

  Los preceptos de vivir bien están compendiados en un mandato breve y claro. —¿Qué es el vivir bien que aquí se aprende? En la ley hay muchos preceptos, donde está contenida, se manda y se aprende la misma vida buena. Los preceptos, sin duda, son muchos, innumerables. Apenas hay alguno capaz de contar las páginas en que están contenidos, ¿cuánto menos los mismos preceptos? Sin embargo, Dios quiso resumirlos y abreviarlos para que nadie pueda excusarse, bien porque no les va el leer, bien porque no saben, bien porque no los pueden entender fácilmente. Repito que, para que nadie tenga excusa en el día del juicio, quiso Dios, como está escrito, compendiar y abreviar su palabra sobre la tierra, según lo había predicho el rofeta: Realmente el Señor hará una palabra compendiadora y abreviadora sobre la tierra (Is 10,23). Esta misma palabra compendiada y abreviada quiso Dios que no fuese oscura. Además, breve, fácil de leer y clara, para que nadie diga: No me ha sido fácil entenderla. Las Sagradas Escrituras son como un inmenso tesoro que encierra en sí muchos preceptos maravillosos, a modo de muchas gemas y preciosos collares y vasos finos de buen metal. Pero ¿quién es capaz de examinar tan inmenso tesoro, de servirse de él y de llegar a descubrir todo lo que en él hay? Cuando el Señor puso esta parábola en su Evangelio y dijo: El reino de los cielos es semejante a un tesoro encontrado en el campo (Mt 13,44), para que nadie se creyese incapaz de encontrarlo, añadió en seguida otra comparación diciendo: El reino de los cielos es semejante a un comerciante buscador de finas margaritas, que encontró una margarita preciosa (Mt 13,44-46), y vendió todo lo que tenía, y la compra, para que si eras un perezoso en buscar el tesoro, no lo seas en llevar debajo de la lengua una margarita, y entonces anda seguro adonde quieras.

El mandamiento del amor a Dios y al prójimo 

Quién es el prójimo. —¿Cuál es esa palabra compendiadora y abreviadora? Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos preceptos está toda la ley y los profetas (Mt 22,37-40). Esto es lo que se aprende en la casa de la disciplina: amar a Dios y amar al prójimo A Dios como a Dios; al prójimo como a ti mismo. Efectivamente, no encontrarás a nadie igual a Dios para que se te pueda decir: Ama a Dios como le amas a ése. Sobre el prójimo se ha encontrado para tí una regla, porque has sido encontrado tú mismo, que eres igual a tu prójimo. Preguntas, ¿cómo amas a tu prójimo? Fíjate en tí mismo. Y como te amas tú, del mismo modo ama al prójimo. No hay por dónde equivocarte. Quiero además recomendarte a tu prójimo para que lo ames como a ti mismo. Lo quiero, pero aún tengo miedo. Quiero decirte: ama a tu prójimo como te amas a ti mismo. Y tengo miedo: porque todavía quiero discutirte cómo te amas a ti mismo. No lo tomes a mal. Tú mismo, a quien va a ser encomendado el prójimo, no vas a ser perdonado fácilmente: no hay, pues, que tratarlo contigo de pasada. Tú eres un solo hombre, tus prójimos son muchos: porque en primer lugar no debes entender al prójimo algo así como a un hermano tuyo, consanguíneo o pariente legal. Porque todo hombre es prójimo para todo hombre. Se llaman prójimos el padre y el hijo, el suegro y el yerno. Nada hay tan prójimo como un hombre y otro hombre. Y si creemos que no son prójimos sino los que nacen de los mismos padres, vamos a fijarnos en Adán y Eva, y todos somos hermanos. Realmente hermanos en cuanto que somos hombres, y ¿cuánto más porque somos cristianos? En cuanto que tú eres hombre, Adán fue el único padre y Eva la única madre; en cuanto que tú eres cristiano, Dios es el único Padre y la Iglesia la única Madre.
Disc. Chr. II - III

0 Reactions to this post

Add Comment

Publicar un comentario