a la luz de la aceituna,
a la llama de la luna,
¡Huye!
–¡A la una!
Te buscarán con empeño
por los senderos del sueño,
por ser hombre y ser pequeño,
por ser rey y por ser Dios.
¡Huye!
–¡A las dos!
Huye
de la cara y el envés,
de la espada, del revés,
del ciencaras, del ciempiés
que te sigue y te persigue…
¡Huye!
De la cuna,
de la luna,
de la espada,
del ciempiés.
¡Es Herodes!
¿A la una! ¡A las dos ¿Y a las tres!
NANA DEL DÍA DE LOS INOCENTES
–Tengo miedo al fantasma
que anda de noche
asustando a los niños
que no conoce.
–No es un fantasma, mi niño,
solo es un hombre.
–Tengo miedo al dragón
que vuelve al monte
con los niños que roba
y los esconde.
–No es dragón, hijo mío,
solo es un hombre.
–Tengo miedo a los lobos
negros del bosque
que se llevan los niños
y se los comen.
–No son lobos, mi niño
Duerme
¡¡Son hombres!!
V. M. Arbeleoa.
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