lunes, 12 de marzo de 2018

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Lectio Divina IV Domingo de Cuaresma - B-

    El camino de la Cuaresma lleva consigo una atención más en línea de interioridad que de costumbre; algo así como que lo tomáramos más en serio o porque hay una necesidad de sorpresa que se requiere en el corazón para salir de lo repetido o para llegar a una experiencia de novedad que nos saque de lo que, en la mayoría del año, no nos conmueve en el ámbito de la fe.

    Basta recordar tres citas para despertarnos de nuestra acomodada costumbre de escuchar la Palabra de Dios: Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti; Dios, rico en misericordia, por el gran amor que nos amó, nos ha hecho vivir con Cristo; el que realiza la verdad se acerca a la luz. No son, sin más, citas que engalanan o que asustan: En el fondo descubren cómo ante Dios la humanidad toma una presencia en gran contrasentido: los que se deciden por Dios y por su Enviado y los que prefieren las tinieblas; los que buscan la luz que sea brote de una esperanza y los que rechazan, tal vez, por miedo de una exigencia que se haga difícil o exigencia.

    En la humanidad aparecen, muchas veces y sin mucho ruido, aperturas de algo o de  alguien que, sin presunción, abren la realidad con esperanza y motivan una mirada incluso hasta lo más lejos. En un plano cristiano, aparece un presente lleno de luz y que será para muchas veces no zsomos capaces de valorar ni tampoco de agradecer: Porque Dios no mandó su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El objeto de ese amor es el don del Hijo Único. Se trata,m sin duda, de la Encarnación y de la entrega en la  Cruz. En seguida, se dice “envió su Hijo al mundo”. La finalidad del envío es que la humanidad (todo el que cree) tenga vida por la fe en él. Creer en Cristo es aceptarlo como Hijo de Dios y como Salvador, El evangelista, como es de costumbre, reafirma el enunciado anterior con una afirmación lledna de esperanza: Pues Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar sl mundo sino para que el mundo se salve por él. El don del Hijo aparece aquí como el envío de Cristo por medio de Dios.

    El evangelista, en forma positiva, nos ofrece una forma de vida que se oriente hacia la felicidad: el que obra la verdad, va a la luz, para quede de manifiestoqaue sus obras están hechas según Dios.El evangelista llama “obrar la verdad” a “obrar el bien”. Obrar la verdad es obrar conforme a la revelación de Dios en Cristo. Naturalmente, el que así vive anhela la luz, hay que su vida está iluminada por el amor: “sus obras están hechas según Dios”.

    Lo anterior nos lleva a analizar cómo es nuestra relación con lo sagrado y con lo divino y esto se nota claramente en el estilo de vida que se lleva. El hombre, syer como hoy, se burla de los mensajeros de Dios, desprecian sus palabras y hasta se mofan de los profetas. Por otro lado, una fe verdadera nos anuncia que “estamos salvados por la gracia y mediante la fe, que no se debe a nosotros sino que es un don de Dios”. Son palabras de la Escritura, válidas para siempre y necesarias en todo momento y es que la Palabra de Dios acentúa la fe, aquí y ahora. El juicio ha comenzado y está realizándose por las actitud y decisión humana tra, tan bien descritas en el simbolismo de la luz y de las tinieblas.  

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

    Cada uno/a trata de orientar su vida so pena de alejarse de la realidad de sí mismo y de sus responsabilidades de todo género. Si somos capaces de valorar verdaderamente lo que san Pablo nos dice: Porque estáis salvados por su gracia  y mediante la fe, nuestra persona no puede alejarse de su sentido esencial que ha recibido de Dios y que debe manifestarlo en el diario caminar. El modelo de vida cristiana es ser consecuentes con los dones de Dios: “nos ha hecho vivir en Cristo” y expresarlo con fe y constancia. No es cuestión de aparentar, es conciencia de manifestar la gracia que Dios nos ha concedido.

ORACION
    Oh Dioz, que, por tu Verbo, realizas de modo admirable la reconciliación del género humano, haz que el pueblo cristiano se apresure, con fe gozosa y entrega diligente, a celebrar las próximas fiestas pascuales, P. J. N. S. Amén.

PENSAMIENTO AGUSTINIANO
    Tomó, pues, la muerte y la suspendió en la cruz. De esa manera, los mortales son librados de la muerte. El Señor recuerda lo que aconteció en figura a los antiguos: <Y así como Moisés, dice, levantó en el desierto la serpiente, así también conviene que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él no perezca sino que tenga la vida eterna>. Gran misterio es éste< quienes lo han leído, lo conocen. Por tanto, oígamlo ahora quienes no lo han leído, o lo han olvidado después de haberlo leído u oído. El pueblo de Israel caía en el desierto a causa de la mordedura de las serpientes. Las numerosas muertes producían una hecatombe. Era castigo de Dios que corrige y flagela para instruir. Allí se manifestó un gran signo de una realidad futura. El mismo Señor lo indica en esta lectura, para que nadie lo interprete de forma distinta a como hace la Verdad refiriéndolo a sí. El Señor ordenó a Moisés que hiciese una serpiente  de bronce y la levangtara sobre un madero en el desierto, hy exhortase al pueblo de Israel a que, si alguno había sido dormido por las serpientes, mirase a aquella levantada sobre el madero. Así se hizo. Los hombres mordidos la miraban y sanaban (San Agustín en el Comentarios sobre el evangelio de san Juan 12, 11-13).

P. Imanol Larrínaga, OAR.

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