lunes, 2 de abril de 2018

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LECTIO DIVNA DOMINGO DE PASCUA - B- Reflexión

¡Cristo ha resucitado!

Una pregunta; ¿qué sentimos hoy los cristianos? Antes de nada, necesitamos un proceso de fe en la Pascua del Señor  ya que no es cualquier cosa la que aparece y se escapa. sin caer en la cuenta de un misterio que es la razón de nuestra vida. En el fondo, hay que reconocer que Jesús, el Crucificado, ha resucitado. Pero, el  interrogante anterior lleva consigo una referencia personal: ¿Quién es Jesús Resucitado para mi? En el día de Pascua, y a través del relato evangélico, el anuncio de la resurrección se dirige a todos los hombres, llega a nosotros para que vivamos siempre con Él. Viene a nuestro encuentro; a lo largo del camino de la vida se nos concede encontrarnos con Él y tendremos siempre a nuestro lado al Resucitado para que demos la buena noticia hasta los confines de la tierra.

            En el día de hoy, y, con más motivo que nunca, debemos proclamar: Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo. Al fin y al cabo, es la victoria de Cristo sobre nuestra muerte, es el punto de partida que se nos regala para que, desde la gracia divina que siempre va a  permanecer, nuestra vida,  se encontrará en todo tiempo y lugar, benedecida por la misma presencia del Resucitado. De todos modos, tengamos siempre, muy en cuenta, el camino que El pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, ya que Dios habitaba con él. Una toma de conciencia en la realidad de nuestras personas nos debe llevar a un  vivir en la conciencia de que nunca nos falta la gracia de Dios; más bien, debe ser como una advertencia gozosa, llena de amor y de luz ya que la Resurrección nos abre lo más maravilloso que se puede creer y gozar: Suprimid la levadura vieja y sed masa nueva, como panes pascuales que sois, pues Cristo, que, es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado.  La comunidad debe eliminar la “levadura vieja”, es decir, la malicia e inmoralidad que la contamina, Con el sacrificio de nuestro “cordero pascual, Cristo, el pueblo de la nueva alianza debe vivir con sinceridad y verdad. Celebramos el domingo de Pascua que, por supuesto, tiene en referencia directa la noche pascual. Y, necesitamos clarificar  cómo buscar al Resucitado para que nuestra vida sea dirigida por Él, para que su luz sea la necesidad que oriente nuestra existencia, para que nuestro camino tenga siempre la dirección marcada hacia el lugar donde le encontremos. El foco de nuestra atención a la realidad solamente es Él; está siempre con nosotros pero hace falta que en nuestro caminar despejemos nuestra suficiencia y estemos atentos a su presencia ya que Él que nunca se aleja de nosotros..

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

  Nuestra Pascua inmolada,aleluia, es Cristo el Señor, aleluia, aleluia.

    Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz! despierta, tú que duermes y el Señor te alumbrará.

    Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!, el mundo renovado, canta un himno al Señor

    Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz! La muerte derrotada, ha perdido su aguijón.

    Pascua sagrada, ¡oh noche bautismal! Del seno de las aguas renacemos al Señor

    Pascua sagrada, ¡eterna novedad! Dejad al hombre viejo, revestíos del Señor

    Pascua sagrada. La sala del festín se llena de invitados que celebran al Señor

    Pascua sagrada ¡Cantemos al Señor! Vivamos la alegría dada a luz en el dolor.

ORACION

    ¡Oh Dios, que en este día, vencida la muerte, nos has abierto las puertas de la eternidad por medio de tu Unigénito, concede, a quienes celebramos la solemindad de la Resurrección del Señor, que, renovados por tu Espíritu, resucitemos a la luz de la vida. Por J. N. S. Amén

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

  Vino Cristo a nuestras miserias; sintió hambre, sed, se fatigó, durmió, hizo cosas maravillosas, sufrió males, fue flagelado, coronado de espinas, cubierto de salivazos, abofeteado, crucificado, traspasado por la lanza, colocado en el sepulcro; pero al tercer día resucitó, acabada la fatiga, muerta la muerte. Tened vuestros ojos fijos en su resurrección, «puesto que el Señor ha engrandecido a su santo», hasta el punto de resucitarlo de entre los muertos y otorgarle en el cielo el honor de sentarse a su derecha. Te he mostrado lo que debes saborear si quieres ser feliz. Aquí no puedes serlo. En esta vida no puedes ser feliz. Es cosa buena la que buscas, pero esta tierra no  es el lugar donde se da lo que buscas. ¿Qué buscas? La vida feliz. Pero no se encuentra aquí. Si buscases oro en un lugar donde no existe, quien está seguro de que allí no hay, ¿no te diría: «por qué cavas, por qué remueves la tierra. Estás haciendo una fosa a la que bajar, no en la que encontrar algo?» ¿Qué vas a rersponder a quien te avisa? «Busco oro» y él: «No te dije que lo que buscas es una tontería; buena cosa es lo que buscas, pero no existe donde lo buscas». Así también, cuando tú dices: «Quiero ser feliz», deseas algo bueno, pero no existe aquí  (San Agustín  en sermón 231, 3-5).
P. Imanol Larrínaga, OAR.

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