lunes, 23 de abril de 2018

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Si hay ovejas buenas, hay también pastores buenos

Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen. Aquí encuentro a todos los buenos pastores en uno solo. No faltan los buenos pastores, pero se hallan en uno solo. Quienes están divididos son muchos. Aquí se anuncia uno solo, porque se recomienda la unidad. Quizá digas que ahora no se habla de pastores, sino de un solo pastor, porque no encuentra el Señor a quien confiar sus ovejas. Entonces las confió porque encontró a Pedro. Al contrario, en el mismo Pedro nos recomendó la unidad. Eran muchos los apóstoles y sólo a uno se dice: Apacienta mis ovejas. ¡Lejos de nosotros decir que faltan ahora buenos pastores; lejos de nosotros el que falten, lejos de su misericordia el que no nos los produzca y establezca! En efecto, si hay buenas ovejas, hay también buenos pastores, pues de las buenas ovejas salen buenos pastores.

Pero todos los buenos pastores están en uno, son una sola cosa. Apacientan ellos, es Cristo quien apacienta. Los amigos del esposo no dicen que es su voz propia, sino que gozan de la voz del esposo.

Por lo tanto, es él mismo quien apacienta cuando ellos apacientan. Dice: Soy yo quien apaciento; pues en ellos se halla la voz de él, en ellos su caridad. Al mismo Pedro a quien confiaba sus ovejas, como si fuera su «alter ego», quería hacerle una cosa sola consigo, para de este modo confiarle las ovejas. Porque así él sería la cabeza y mantendría la figura del cuerpo, es decir, de la Iglesia; como esposo y esposa serían dos en una sola carne. Por lo tanto, al confiarle las ovejas, ¿qué le pregunta antes para no confiárselas a otro distinto de sí? Pedro, ¿me amas? Y respondió: Te amo. De nuevo: ¿Me amas? Y respondió: Te amo. Confirma la caridad para consolidar la unidad. Él mismo, siendo único, apacienta en éstos; y éstos apacientan en el único. No se habla de los pastores, y se está hablando. Se glorían los pastores, pero quien se gloríe, gloríese en el Señor. Esto es lo que significa que Cristo apacienta: esto es apacentar con Cristo, apacentar en Cristo y no apacentarse a sí mismo fuera de Cristo.

No pensaba en la penuria de pastores, como si el profeta anunciase como venideros estos malos tiempos, cuando dijo: Yo apacentaré a mis ovejas, como diciendo: no tengo a quién confiarlas. En efecto, cuando aún vivía Pedro, y cuando aún se hallaban en esta carne y en esta vida los apóstoles mismos, entonces dice aquel pastor único, en quien todos son una sola cosa: Tengo otras ovejas que no son de este redil; es preciso que yo las atraiga, para que haya un solo rebaño y un solo pastor. Estén todos en el único pastor, anuncien todos la única voz del pastor, en modo que la oigan las ovejas y sigan a su pastor, no a éste o al otro, sino al único. Anuncien todos en él una sola voz; no tengan diversas voces. Os ruego, hermanos, que todos anunciéis lo mismo y no haya entre vosotros cismas. Oigan las ovejas esta voz liberada de todo cisma, expurgada de toda herejía, y sigan a su pastor que dice: Las ovejas que son mías, oyen mi voz y me siguen.

San Agustín, Sermón 46, 30

 

JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

Mensaje del Papa Francisco para la 55 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones

“Queridos hermanos y hermanas:

El próximo mes de octubre se celebrará la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que estará dedicada a los jóvenes, en particular a la relación entre los jóvenes, la fe y la vocación. En dicha ocasión tendremos la oportunidad de profundizar sobre cómo la llamada a la alegría que Dios nos dirige es el centro de nuestra vida y cómo esto es el «proyecto de Dios para los hombres y mujeres de todo tiempo»

Esta es la buena noticia, que la 55ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos anuncia nuevamente con fuerza: no vivimos inmersos en la casualidad, ni somos arrastrados por una serie de acontecimientos desordenados, sino que nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación divina.

También en estos tiempos inquietos en que vivimos, el misterio de la Encarnación nos recuerda que Dios siempre nos sale al encuentro y es el Dios-con-nosotros, que pasa por los caminos a veces polvorientos de nuestra vida y, conociendo nuestra ardiente nostalgia de amor y felicidad, nos llama a la alegría. En la diversidad y la especificidad de cada vocación, personal y eclesial, se necesita escuchar, discernir y vivir esta palabra que nos llama desde lo alto y que, a la vez que nos permite hacer fructificar nuestros talentos, nos hace también instrumentos de salvación en el mundo y nos orienta a la plena felicidad”. …

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