viernes, 29 de junio de 2018

// //

Carta para confesarte a ti, Dios


 Libro X, 3, 
También sé, Señor, que a mis amigos buenos
les gustará oír mis males interiores
porque me he librado de ellos,
porque fueron enfermedades, mas ya no son.
Los corazones amigos no hozan en mis lodos pasados,
sino que respiran aliviados al ver el final feliz
de mi biografía contigo.

Me gustaría, Señor, que en mi comunicación contigo
resultara vivificante para estos amigos;
que mis conversaciones contigo
rompieran el secreto íntimo
e  incendiaran de tu luz a mis compañeros,
que mi historia tan personal contigo
fuera participda por mis amigos.
Me gustaría que fuera tan viva mi vida contigo
que aglutinara a mis seres queridos
 y los arrastrara a formar parte de tu diario íntimo.

Me llena de gozo ver que tengo amigos que se interesan por mí,
amigos que quieren oír mi confesión,
amigos que gustan de saber cómo soy por mis adentros
y que se fían de mis palabras.
no pueden sondearme con su vista o con su entendimiento.
y que se fian de mis palabras.
No pueden aplicar su oído a un corazón, como haces tú,
ni pueden sondearme con su vista o con su entendimiento.
se fían de mi palabra
porque la caridad los hace buenos para conmigo;
oyen gustosos y escuchan mis rollos
porque la caridad todo lo cree.
¡Gracias, Señor,
porque  es tu caridad en ellos la que me oye y me cree!
¡Gracias porque es tu amor en ellos
el que me ama!

En mi diálogo contigo
quiero abrirme también a estos sanamente curiosos
que se alegran conmigo cuando me acerco a ti
y oran por mí
cuando ven que mi peso retarda mi elevación a ti.
¡Estos, Señor, si que merecen ser partícipes
de nuestra historia conjunta,
de la biografía entre tú y yo!
¡Así se agranda el círculo
de quienes te dan gracias por tu obra en mi
y de quienes te ruegan por mí!

Los amigos me impulsan a crecer de verdad
cuando aman en mí lo que tú amas
y cuando corrigen lamentan en mí lo que tú vituperas´
Estos amigos son verdaderos,
como tú mismo,
porque ayudan a crecer animando con su aprobación
y azotando mis errores con tus críticas.
Pero, ya aplaudan, ya vituperen, lo hacen amándame.

A esta clase de hombres quiero abrir mis ventanas:
gritan alborozados con mis triunfos
y suspiran en mis fracasos,
aunque sé que mis triunfos son tuyos
y que mis errores y pecados son solo míos.
Están mis hermanos pendientes de mí,
respiran esponjados o suspiran intranquilos
según mi bonanza o mi tormenta;
 ríen o se inquietan
según mi racha buena o mi situación de desánimo,
y con este sístole y diástole de su corazón le entonan un himno de alabanza
y te bendicen con el incensario de sus corazones ardientes y fraternos,
inclinados en tu presencia.

No dejes que defraude yo a mis hermanos.
Apiádate y continúa en mí la obra que has comenzado.
Soy ante ti un pequeñuelo, lo sé;
pero confieso que vive mi padre Dios,
confieso que tengo en Él tutor seguro,
confieso que en ti, Señor, están todos los bienes que busco
Te proclamo y te bendigo a ti, Dios omnipotente,
que estás conmigo
aun antes de que yo estuviese contigo.

Nacido para Alabarte
P. Lucilo Ecazarret, OAR.

0 Reactions to this post

Add Comment

Publicar un comentario