jueves, 14 de junio de 2018

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Lectio Divina Tiempo Ordinario: Domingo X -B-

Leemos mucho lo que ocurre y, de una y otra manera, estamos muy atentos para situarnos ante la realidad y, también, en plan de defensa por si algo nos parece extraño o peligroso.

¿Acaso no queremos profundizar en la verdad y en la realidad? El cristiano debe dar una verdadera respuesta desde sí mismo si tiene conciencia de la fe que se le ha concedido desde Dios. y, desde esa conciencia, debe plantearse si vive desde la fe recibida y hasta qué punto es consciente de la lucha continua contra el mal.

         ¿Dónde estás?, preguntó el Señor a Adán. La motivación divina tenía motivo y, por parte del hombre, aparece un fondo flojo de respuesta: me escondí. Una respuesta con miedo y vergüenza, escape a la verdad. Tema que muestra que en nuestra vida y, más en el ámbito de la fe, necesita una clarificación humana de la vida, sino, en esta caso, no es un ser fiel a la presencia que ve nuestro interior y nos plantea, siempre con amor, si nuestras personas que, en el fondo, somos “hijos suyos”, vivimos conscientes con la gracia recibida y con la verdad de nuestro comportamiento como hijos de Dios que somos. Dios está siempre con nosotros y nos ama infinitamente; toda su intención es que seamos consciuentes y consecuentes con la gracia recibida y, por eso, tiene derecho a exigirnos, siempre con amor, una fidelidad a la gracia recibida.

         Es fácil, por nuestra parte, quedar en seguir la línea de Adán y justificarnos; lo que está en juego en la fidelidad a Dios no son los demás sino nosotros a los que el Señor nos concede una morada eterna en los cielos, que no ha sido contruida por mano de hombres.No culpemos a Adán; descubramos en verdad quiénes somos nosotros que, por sí solos, seremos heridos inevitablemente por el misterio de iniquidad que marca nuestra propia historia. Examinar el clima de nuestra fe, valorar el ámbito de fidelidad en que vivimos, descubrir el verdadero camino del seguimieno de Jesús, exigirnos la verdad no solo en las palabras sino en la vida diaria…, sería un querer escuchar siempre a Dios y ser, así, felices. 

         Al escuchar la palabra de Dios tenemos que enfrentarnos a quedar quietos. Dios nos ha dado el don de la fe y es ahí donde escuchamos su gracia que nos invita a seguir el camino del Maestro  porque todo esto es para vuestro bien; así nos lo dice del apóstol que luego nos va a abrir el camino hacia una casa hecha por Dios, una morada eterna en los cielos, que no ha sido contruida por mano de hombres. No es ningún sueño, es la presentación de lo que nos espera siempre que “cumplamos la voluntad de Dios” como dice Jesús. Ante todo esto, nuestras personas no pueden ir por cualquier camino; tenemos que introducir en el corazón la verdad de Jesús en nosotros, discernir si vivimos en la verdad y quéir hay de falsedad en el desarrollo de nuestra fe.

          De ahí surge una consecuencia: demos pasos hacia mayores niveles; no cerrar los ojos a la verdad, hacer frente a la pasividad y no resignarnos en una fe de mero cumplimiento. En Adán debemos aprender cómo nos ama Dios, cómo quiere nuestra fidelidad y cómo discernir, a la luz del Evangelio de Jesús, los caminos equivocados. El querer salir de la pasividad es una gracia que debemos pedir al Señor y, a la vez, enfrentarnos a nosotros mismos para no estar justificando nuestros alejamientos de Dios. Él nos ama infinitamente y quiere abrirnos las puertas del paraíso.  

RESPUESTAS desde NUESTRA REALIDAD

         Muchas veces necesitamos plantearnos si nuestro corazón  se abre a la Palabra liberadora y a la acción reconciliadora de Cristo. Totalmente necesitamos que entre en nuestro corazón y que nos libre del egoísmo, de creernos más buenos que los demás y, sobre todo, de no emitir juicios de los demás. Un cristiano,que, es constantemente perdonado por Dios, debe entrar en su corazón y manifestar claramente en  su vida que no tiene ningún motivo para juzgr a los demás.¡Cuántas veces necesitamos dirigirnos a Dios y pedirle que nos lave, apague nuestra sed y que purifique siempre nuestra vida!    
           ORACION

         Oh Dios, fuente de todo bien, escucha a los que te invocamos, para que, inspirados por ti, consideremos lo que es justo y lo cumplamos según tu voluntad. P. J., N. S, Amén     

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

         Tal vez, el pecado contra el Espíritu Santo consistre en esto: en combatir por malicia o envidia la caridad fraterna después de haber recibido la gracia del Espíritu Santo. Este pecado, .dice el Señor- no se perdona ni en este mundo ni en el otro-. Por lo cual, puede preguntarse si los judíos pecaron contra el Espíritu Santo cuando dijeron que el Señor expulsaba los demonios en nombre de Beelcebus, príncipe de los demonios; o si hemos de entender que esto se dijo contra el mismo Señor, porque en otro lugar dice de sí mismo: «si al Padre de familia le han llamado Beelcebul, ¡cuánto más a sus domésticos», o bien, cuanto ellos hablaban inspirados por una gran pasión de envidia y llena de ingratitud a los grandes beneficios sensibles, porque aún no eran cristianos, ¿juzgaremos, no obstante,  que por el exceso de envidia pecaron contra el Espíritu Santo? No se deduce tal cosa de las palabras del Señor (san Agustín en el sermón  del Señor en la montaña 1, 22, 76).
Fr. Imanol Larrínaga, OAR

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