viernes, 29 de junio de 2018

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SAN PEDRO y SAN PABLO

 La pasión de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo ha hecho sagrado este día para nosotros. No estamos hablando de mártires desconocidos. Por toda la tierra salió su sonido y sus palabras llegaron hasta los confines del orbe de la tierra (Sal 18,5). Estos mártires vieron lo que anunciaron, siguieron la equidad confesando la verdad y muriendo por ella. Uno es el bienaventurado Pedro, el primero de los apóstoles, amador impetuoso de Cristo, de quien mereció escuchar: Y yo te digo que tú eres Pedro. El le había dicho: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo. Cristo le replicó: «Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt 16, 16.18). Sobre esta piedra edificaré la fe que acabas de confesar. Sobre lo que acabas de decir: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Tú eres, pues, Pedro.» Pedro viene de «piedra», no «piedra» de Pedro. Pedro viene de «piedra», como «cristiano» de Cristo. ¿Quieres saber cuál es la piedra de la que recibe el nombre Pedro? Escucha a Pablo: No quiero que ignoréis, hermanos; es el apóstol de Cristo quien lo dice: No quiero que ignoréis, hermanos, que todos nuestros padres se hallaron bajo la nube, todos pasaron el mar y todos fueron bautizados con Moisés en la nube y en el mar; todos comieron el mismo alimento espiritual y bebieron la misma bebida espiritual. Bebían, en efecto, de la piedra espiritual que los seguía. La piedra era Cristo (1Co 10,1-4). He aquí de dónde viene Pedro.
Sermón 295,1

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