miércoles, 18 de julio de 2018

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¿Quién anulará la predestinación de Dios?

Pero el plan del Señor dura eternamente, los pensamientos de su corazón por los siglos de los siglos. Repite la misma afirmación. Lo que al principio llama plan del Señor, después lo llama pensamientos de su corazón; y lo que dice primero que dura eternamente, luego lo expresa diciendo por los siglos de los siglos. La repetición es una confirmación. Pero no vayáis a pensar, hermanos, que al decir los pensamientos de su corazón, es como si Dios se sentara y empezara a pensar qué debía hacer, y a sopesar la decisión de hacer algo o no hacerlo. Estas lentitudes son tuyas, ¡oh hombre! Su Palabra corre veloz. ¿Qué demoras en el discurrir podrá haber en esa Palabra, que es única y lo abarca todo? Se habla de pensamientos de Dios para que tú puedas entender, para que a tu modo puedas elevar el corazón al menos hacia las palabras que son adaptadas a tu debilidad, puesto que esta realidad tiene mucha similitud contigo. Los pensamientos de su corazón permanecen por los siglos de los siglos. ¿Cuáles son esos pensamientos de su corazón, y ese plan de Dios que dura eternamente? ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos planean en vano contra ese plan? Porque el Señor desbarata los planes de los pueblos, y frustra las decisiones de los príncipes. ¿Por qué razón el plan del Señor permanece para siempre, sino porque de antemano nos conocía a nosotros y nos ha predestinado? 

¿Quién podrá abolir la predestinación de Dios? Antes de la creación del mundo ya nos vio, nos creó, nos reformó, nos envió a su Hijo y nos redimió; esto es lo que significa que su plan dura por siempre, que su pensamiento permanece por los siglos. Se amotinaron los gentiles abiertamente en aquel entonces, entre fluctuaciones y crueldades; que se consuman ahora encerrados y amontonados en un odre. Se atrevieron entonces con la mayor libertad; tengan ahora amargos y furiosos pensamientos. ¿Cuándo van a poder destruir lo que él planeó, y que permanece para siempre?

San Agustín, Comentario al salmo 32, II, 14


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