miércoles, 22 de agosto de 2018

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Consagra a Dios cuanto aprendió de niño

Oye, Señor, mi oración (Sal 60,2), a fin de que no desfallezca mi alma bajo tu disciplina ni me canse en confesar tus misericordias, con las cuales me sacaste de mis pésimos caminos, para serme dulce sobre todas las dulzuras que seguí, y así te ame fortísimamente, y estreche tu mano con todo mi corazón, y me libres de toda tentación hasta el fin. He aquí, Señor, que tú eres mi rey y mi Dios (Sal 5,9); pues ceda en tu servicio cuanto útil aprendí de niño y para tu servicio sea cuanto hablo, escribo, leo y cuento, pues cuando aprendía aquellas vanidades, tú eras el que me dabas la verdadera ciencia, y me has perdonado ya los pecados de deleite cometidos en tales vanidades. Mucho vocabulario útil aprendí en ellas, es verdad; pero también se pueden aprender en las cosas que no son vanas, y éste es el camino seguro por el que debían caminar los niños.
C I, XV, 24

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