martes, 18 de septiembre de 2018

// //

Derrama la vida por amor a la Vida

Veamos, pues, qué es el niéguese a sí mismo. Grande es, amadísimos hermanos, la recompensa que tenemos a nuestro alcance. Acabamos de escuchar la confesión del bienaventurado mártir Cipriano: «Yo adoro a un único Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos». Calla Dios, pero hablan sus obras. Ved a qué Dios, a cuál Dios; mejor, no tal o cual, sino simplemente el Dios en quien creyó Cipriano. ¿Qué significa, pues, niéguese a sí mismo? Niégate a ti mismo. ¿Y qué significa esto? ¿Se te obliga a negar a Dios? Niégate a ti, pero no niegues a Dios. No ames esta vida temporal y esfuérzate, por el contrario, por la vida eterna; más aún, cede ante la vida eterna para hacerte eterno también tú; niégate para confesar a Dios; niégate, hombre, para ser como los ángeles; niégate, hombre mortal, para que, después de haber confesado a Dios, merezcas vivir por siempre. He aquí que amas la vida temporal: No quieras negar a Dios por no negarla a ella. Si Dios, a quien negaste y a quien no quisiste confesar, se aparta de ti, tendrás la vida temporal, que no quisiste negar. Veamos, pues, por cuánto tiempo has de durar en esta vida. Llegará el mañana, y después del mañana, otro día, y después de muchos más llegará el fin. ¿Y adonde irás? ¿Adónde saldrás? Ciertamente, hacia Dios, a quien negaste. ¡Oh desgraciado e infeliz! Negaste a Dios, y quieras o no, has perdido también la vida temporal. Esta vida,  hermanos amadísimos, queramos o no, pasa, corre; neguémonos, pues, en esta vida temporal para merecer vivir por siempre. Niégate a ti y confiesa a Dios. ¿Amas tu alma? Piérdela… Derrama la vida por amor a la vida; pierde tu alma por amor a ella, puesto que, una vez que la hayas perdido por Dios en este tiempo, la encontrarás en el futuro para que viva eternamente. Derrama, pues, la vida por amor a la vida.
S 313 D, 2


0 Reactions to this post

Add Comment

Publicar un comentario