jueves, 27 de septiembre de 2018

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LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

La alegría es un tema típico del Evangelio de Lucas, desde la anunciación basta la Pascua, pasando por una especie de caravana de gente gozosa, entre los que se destaca María, que "se estremecía de gozo en Dios su salvador" (Le 1,47).

En Lucas 10,21-24 es Jesús el que se llena de alegría; no una alegría mundana, o una euforia psicológica, sino el gozo que procede del Espíritu Santo.

Por eso nuestros corazones tristes necesitan invocar cada día al Espíritu Santo. Él es un verdadero manantial de alegria, que puede convertir en gozo nuestras amarguras más profundas.

Pero el motivo de la alegria de Jesús es muy particular. Jesús se alegraba contemplando cómo los más pequeños y sencillos recibían la buena Noticia y captaban los misterios más profundos del amor de Dios.

Y Jesús se goza porque es su Padre amado el que manifiesta a los sencillos esas cosas profundas que permanecen ocultas para los sabios de este mundo.

El Padre nos regala la fuerza del Espíritu Santo, que nos llena de alegría también cuando nos sentimos pobres, pequeños y limitados. Es una alegría que el mundo no puede dar. Es la alegría celestial que derrama el Espíritu divino.

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Los Cinco Minutos de San Agustín de Hipona



¡Si viesen aquella luz interna eterna que yo había visto! Y porque la había gustado, bramaba por no poder mostrársela si me presentaran su corazón en sus ojos, fuera de ti, y me dijesen: "¿Quién nos mostrará las cosas buenas?" Porque allí donde yo me había irritado interiormente, en mi corazón; donde yo había sentido la compunción y había sacrificado, dando muerte, a mi antigua vida; donde, iniciada la idea de mi renovación, confiaba en ti, allí me habías empezado a ser dulce y a dar alegría en mi corazón. Y clamaba leyendo estas cosas exteriormente y reconociéndolas interiormente; ni deseaba ya multiplicarme en bienes terrenos, devorando los tiempos y siendo devorado por ellos, teniendo como tenía en la eterna simplicidad otro trigo, otro vino y otro aceite. 

P. José Luis Alonso Manzanedo, OAR.

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