viernes, 12 de octubre de 2018

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Lectio Divina Domingo XXVII Tiempo Ordinario -B-


Para nosotros, el caminar es una realidad necesaria y su dificultad nos crea disgustos y pesares. Y, ¿pensamos en cristiano cómo es nuestro camino en la fe? El salmo responsorial de hoy nos presta una hermosa respuesta: dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. El planteamiento del salmo es todo positivo, conlleva una seguridad y se presta a tener total confianza en el Señor ya que su presencia motiva una seguridad en el largo camino en el que nunca estamos solo. Él siempre nos acompaña.  

    La Palabra de Dios nos lleva a situar nuestras personas en su amor infinito y jamás nos deja solos. Lo que experimentó el primer hombre creado por Dios es como una referencia continua para nosotros: nos sitúa en la realidad humana y nos invita, siendo siempre libres, a ser sus testigos en el mundo y en la historia humana con este planteamiento: Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien, Lo que acabamos de leer no es cualquier salida: es dar a nuestras personas el sentido auténtico de criaturas humanas y con la seguridad de total de jamás encontrarnos solos.

    ¿Somos capaces de encontrar en nosotros mismos la valoración total de nuestra creación y, consiguientemente, el amor infinito que Dios siempre nos tiene? Recordemos el salmo responsorial: Esta es la bendición del hombre que teme al Señor, teniendo en cuenta que no se trata del temor negativo sino del amor que proviene de Dios y Él lo quiere sembrar en nuestro corazón. En esta convicción de mirada infinita de Dios a nosotros, debe nacer constantemente por nuestra parte la atención de escucharle y seguir su mensaje, lo cual supone la luz para toda nuestra vida. Eso motiva una cercanía de Dios y una atención constante a su presencia ya que sólo Él puede, desde el momento que nos creó como hijos suyos, abrir nuestra vida en camino hacia la eternidad.

    El evangelio de hoy tiene ante la pregunta de los fariseos sobre el divorcio la respuesta total: parte de un argumento esencial tomado del Génesis, primer libro de la Biblia: los esposos no son dos sino una sola carne. Dios realiza un misterio grande y hace que dos personas que se amaron y decidieron unirse por el vínculo nupcial ya no sean dos, sino una sola realidad. El hombre y la mujer se han fundido en un solo ser, se necesitan y se corresponden, son ya dos piezas inseparables de un único ser. Para Jesús, hay motivos para perdonarse, volver a amarse y ser fieles al pacto de amor que realizaron un día.

    Gran parte de una sociedad camina bastante lejos de la verdad; su propósito es provocar una confusión tomando en plan total una seguridad que justifique lo contrario de lo que el Señor manifiesta en el evangelio. La sociedad no provoca el sentido auténtico de la verdad sino, más bien, una falsa justificación manifestando lo contrario de lo que dice el Señor. En este momento de la historia se pretende, desgraciadamente, estilar una puerta abierta que justifique todo a lo que presenta la fe, a la vez que origina una confusión en la que muchos, inclusos cristianos, van dando margen no sólo a una confusión sino también a la posibilidad de una puerta contrariamente al evangelio.

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

    Es bueno que, con fe, leamos el evangelio y deduzcamos lo que el Señor reclama en el sentido de la verdad; en el fondo, se descubre el tipo de relaciones que caracterizan a los seguidores de la fidelidad en el compromiso de un amor por siempre y para siempre. La experiencia nos va haciendo descubrir que nuestra vida depende de lo que se nos ha regalado gratuitamente y de lo que vamos construyendo cada uno de nosotros con la ayuda inestimable de los demás; en este caso, somos fruto bendecido por Dios que nos abre la puerta de nuestra vida.

           ORACION
    Dios Topoderoso y eterno, que desbordas con la abundancia de tu amor los méritos y deseos de quienes te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para que perdones lo que pesa en la conciencia y nos concedas aun aquello que la oración no menciona, Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

    Tú que quieres no temer ya, examina tu conciencia. No te quedes en la superficie; desciende a ti mismo, penetra en el interior de tu corazón. Escudriña con esmero y mira si no hay ninguna vena emponzoñada que aspire y absorba el amor venenoso del mundo, si no te sientes movido y apresado por ningún deleite o placer carnal, si no te hinchas y ensoberbeces con vana jactancia, si ningún cuidado vanidoso te tiene en llamas. Atrévete a afirmar que te ves puro y transparente, que examinas cuanto de oculto hay en tu conciencia en hechos, dichos o pensamientos perversos; si ya no te fatiga la preocupación por evitar el mal, mira si no se desliza ninguna negligencia en practicar la equidad. Si ése es tu estado real, goza por vivir sin temor. Lo habrá excluido el amor de Dios, a quien amas con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente (san Agustín en Sermón 348, 1-3)  

Fray Imanol Larrínaga, OAR.

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