lunes, 8 de octubre de 2018

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No te amarres con cadenas de hierro

Se me acerca un hombre poderoso del mundo, le desagrada su esposa, o quizá deseó la belleza de otra, o apeteció a otra más rica, y, por lo mismo, quiere abandonar a la que tiene; pero, con todo, no lo hace. Oye al siervo de Dios, oye al profeta, oye al apóstol, y no pone por obra su pensamiento; oye decir a aquel en cuyas manos se encuentra la espada de dos filos: "No obres; no te es lícito esto; Dios no te permite repudiar a tu esposa a no ser por haber fornicado"; oye esto, teme y no lo hace. El pie vacilante ya avanzaba hacia la ruina, pero fue contenido por los grillos; soporta cadenas de hierro y teme a Dios. Se le dice: "Si lo ejecutas, Dios te condenará; el juez está sobre todo; oye el gemido de tu mujer, ya que, si lo llevas a cabo, serás tenido por reo delante de él". Te halaga la concupiscencia, te aterra la pena. Te encaminabas derecho al consentimiento del depravado deseo si no te hubieran detenido las cadenas de hierro. Hay más todavía; si alguno dice: "Quiero contenerme; no quiero ya el uso de la mujer", no puedes hacerlo. Pues ¿qué acontece si tú quieres y ella no quiere? ¿Acaso por tu continencia debe ella hacerse deshonesta, ya que, si se une a otro varón viviendo tú, será adúltera? Dios no quiere recompensar tal daño con esta ganancia. Da el débito; y, si tú no lo exiges, dalo. Dios te computará por santificación perfecta si no exiges lo que te debe la esposa, pero da lo que a ella se le debe. Temes, pero no lo haces: se rompieron tus cadenas

Oye cómo estás sujetado con cadenas de hierro: ¿Estás atado a mujer? No busques desatadura. Es duro, es férreo. Cuando el Señor dijo esto: Lo que Dios unió, no lo separe el hombre, demostró que la atadura es de hierro. Por tanto, oíd, adolescentes, éstas son ataduras de hierro; no metáis los pies en ellas, pues al meterlos os encadenáis más fuertemente que con grillos. Tales grillos se os refuerzan por la mano del obispo. Pero ¿acaso los engrillados no se dirigen a la Iglesia y son soltados en ella? Ciertamente que vienen aquí los hombres queriendo desligarse de sus esposas; pero en esto se hallan ligados de manera irrompible.

Nadie suelta estas cadenas. Lo que Dios unió, no lo separe el hombre. Entonces estas cadenas son duras. ¿Quién lo ignora? De esta dureza se quejaron los apóstoles, y dijeron: Si así es el asunto del hombre con la mujer, no conviene casarse. Si son cadenas de hierro, no conviene meter los pies en ellas. Pero el Señor les dice: No todos comprenden estas palabras; quien puede entenderlas, que las entienda. ¿Estás atado a mujer? No busques desatadura, porque estás amarrado con cadenas de hierro. ¿Estás libre de mujer? No busques mujer. No te amarres con cadenas de hierro.

Comentario al salmo 149, 15

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