martes, 27 de noviembre de 2018

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ADVIENTO -2-

Adviento, tiempo de esperanza de los “bienes definitivos” o de la venida gloriosa del Hijo de Dios.
Se trata de esperar la última venida de Jesucristo al final de los tiempos, cuando se acabe la historia de este mundo y lleguemos al encuentro glorioso con el Dios de la vida. Las lecturas bíblicas de la primera parte del adviento nos lo recuerdan día a día. Y en la plegaria eucarística de la misa leemos: Anunciamos tu muerte, Señor, proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús...Mientras esperamos la venida gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo.... Fue, o es, la promesa firme del mismo Señor que decía: el que me come tendrá vida eterna y yo le resucitaré en el último día.

Nadie puede pretender saber cómo será esto ni cuando sucederá. Y es mejor que sea así. De esta manera, ejercitamos mejor la esperanza cristiana (¿Os imagináis qué ocurriría si cada cual supiera cuándo y cómo iba a morir? Quizás..., entrega al pecado..., abatimiento y tristeza.... Y - por qué no - también esperanza y gozo. Pues es mejor no saber. Al no saber, se salva lo tercero: el gozo y la esperanza, y se evita el abatimiento y entrega al pecado.

Se nos pide vivir en tensión (positiva) hacia ese futuro, que llegará. El final llegará. Vivir en tensión significa estar siempre vigilantes, orantes y actuantes. Vigilad y orad, dice Jesús. Pero también actuar, o cumplir la voluntad del Padre, porque no todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos.

Si el estudiante no mirara al futuro (fin de la carrera, profesión, etc.), podría dejar fácilmente el estudio. Si el campesino no tuviera en cuenta la cosecha que puede recoger en junio, quizás no labraría el campo ni sembraría en otoño. La mirada hacia ese futuro (culminación de los estudios, profesión, cosecha) empuja a estudiar y trabajar. Exige esfuerzo y vigilancia.

Nuestro futuro es Dios. No hay otro. Afortunadamente. Cristo nos ha abierto el camino que lleva a la vida en Dios. Y, para que el camino sea más fácil, Él mismo se ha hecho camino. Y para que no muramos en el intento, Él mismo se ha hecho vida. Y para no equivocarnos de rumbo, Él mismo es la verdad. ¿Cabe mayor garantía?

Esta esperanza en la venida última de Jesús nos produce alegría y gozo porque al final se produce el encuentro glorioso con el Dios de la vida. – no hay ni puede haber motivo de alegría mayor que éste, - pero es, al mismo tiempo, un compromiso. Y este compromiso es caminar en este mundo con Cristo y con los hermanos. Es estar abiertos siempre a Dios y al otro, quienquiera que él sea. (Sin duda que el hecho de pertenecer a una Fraternidad como la nuestra es una ayuda, un apoyo, a la vez que una tarea para irla construyendo día a día con el fin de seguir a Jesús según el modelo de Agustín). 

N. P. S. Agustín fue un caminante permanente hacia Dios. Siempre en búsqueda, hasta encontrarse con Él para seguir buscándolo con más empeño para volver a encontrarse de nuevo con Él. Y caminaba hacia Dios con los hermanos (Un solo corazón y una sola alma dirigidos hacia Dios). Pertenecer a la Fraternidad, en este camino hacia Dios, no consiste en estar abiertos únicamente a los hermanos de la misma Fraternidad, sino desde ella, estar abiertos a todos. Nadie podría entrar en la vida de Dios si viviera encerrado en sí mismo o sólo en un pequeño grupo, desentendidos de los demás. 

San Agustín, en su comentario al salmo 95, dice: Vino una primera vez, pero vendrá de nuevo... ¿Qué debe hacer el cristiano, por tanto? Servirse de este mundo, no servirlo a él. ¿Qué quiere decir esto? Que los que tienen han de vivir como si no tuvieran, según las palabras del Apóstol (...).  Cuando venga a juzgar a la humanidad en la segunda venida... si quieres alcanzar misericordia, sé tú misericordioso antes de que venga: perdona los agravios recibidos, da de lo que te sobra.(...) 

P. Teodoro Baztán Basterra, OAR.

AL NACIMIENTO DE CRISTO

Repastaban sus ganados
a las espaldas de un monte
de la torre de Belén
los soñolientos pastores,

alrededor de los troncos
de unos encendidos robles,
que, restallando a los aires,
daban claridad al bosque.

En los nudosos rediles
las ovejuelas se encogen,
la escarcha en la hierba helada
beben pensando que comen. 

Lope de Vega 

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