miércoles, 12 de diciembre de 2018

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ABRIR CAMINOS NUEVOS

Los primeros cristianos vieron en la actuación del Bautista al profeta que preparó decisivamente el camino a Jesús. Por eso, a lo largo de los siglos, el Bautista se ha convertido en una llamada que nos sigue urgiendo a preparar caminos que nos permitan acoger a Jesús entre nosotros.

Lucas ha resumido su mensaje con este grito tomado del profeta Isaías: "Preparad el camino del Señor". ¿Cómo escuchar ese grito en la Iglesia de hoy?  ¿Cómo abrir caminos para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo podamos encontrarnos con él? ¿Cómo acogerlo en nuestras comunidades?

Lo primero es tomar conciencia de que necesitamos un contacto mucho más vivo con su persona. No es posible alimentarse solo de doctrina religiosa. No es posible seguir a un Jesús convertido en una sublime abstracción. Necesitamos sintonizar vitalmente con él, dejarnos atraer por su estilo de vida, contagiarnos de su pasión por Dios y por el ser humano.

En medio del "desierto espiritual" de la sociedad moderna, hemos de entender y configurar la comunidad cristiana como un lugar donde se acoge el Evangelio de Jesús. Vivir la experiencia de reunirnos creyentes, menos creyentes, poco creyentes e, incluso, no creyentes, en torno al relato evangélico de Jesús. Darle a él la oportunidad de que penetre con su fuerza humanizadora en nuestros problemas, crisis, miedos y esperanzas.

No lo hemos de olvidar. En los evangelios no aprendemos doctrina académica sobre Jesús, destinada inevitablemente a envejecer a lo largo de los siglos. Aprendemos un estilo de vivir realizable en todos los tiempos y en todas las culturas: el estilo de vivir de Jesús. La doctrina no toca el corazón, no convierte ni enamora. Jesús sí.

La experiencia directa e inmediata con el relato evangélico nos hace nacer a una fe nueva, no por vía de "adoctrinamiento" o de "aprendizaje teórico", sino por el contacto vital con Jesús. Él nos enseña a vivir la fe, no por obligación sino por atracción. Nos hace vivir la vida cristiana, no como deber sino como contagio. En contacto con el evangelio recuperamos nuestra verdadera identidad de seguidores de Jesús.

Recorriendo los evangelios experimentamos que la presencia invisible y silenciosa del Resucitado adquiere rasgos humanos y recobra voz concreta. De pronto todo cambia: podemos vivir acompañados por Alguien que pone sentido, verdad y esperanza en nuestra existencia. El secreto de la "nueva evangelización" consiste en ponernos en contacto directo e inmediato con Jesús. Sin él no es posible engendrar una fe nueva.
José Antonio Pagola

 ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS

Dios nuestro, tu palabra mueve a la esperanza e invita a orar para pedirte que renueves nuestra vida; por eso tenemos que escuchar la voz de Juan que dama pidiendo que abramos caminos al Señor.

     Haz, Señor, que no pongamos obstáculos entre ti y nosotros, que no caigamos en la tentación de prescindir de ti o de sustituirte por los ídolos del momento; y que nos pongamos sinceramente ante ti y ante tu palabra
sepamos reconocer cómo debemos convertirnos.

     «Todos verán la salvación de Dios», dice el profeta; y tu salvación se hace visible cuando en las relaciones humanas prevalecen el amor y el respeto; cuando construimos una sociedad fraterna, sin divisiones entre ricos y pobres; cuando la violencia entre pueblos deja paso a la cooperación; cuando la naturaleza es amada y respetada como creación tuya; cuando dejamos que tu Espíritu habite en nosotros y nos dirigimos a ti diciéndote de corazón: «¡Padre!»
     No estamos aún donde tú quieres llevarnos; haz que nunca dejemos de caminar, con coraje y esperanza,  ni de anhelar la meta desde el fondo de nosotros mismos.
P. Julián Montenegro Sáenz, OAR.

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