sábado, 22 de octubre de 2022

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MANOJO OCTAVO DEL «PROVENTUS MESSIS DOMINICAE» RELATA LA VIDA Y PASIÓN DE LA VENERABLE VIRGEN MAGDALENA DE NAGASAKI

 VI

   Os persuadió de los sueños
de Amida y sus muchas tretas,

y mantiene seducidos
los secuaces de su secta.
   Os engaño su faz pálida
anunciando como prueba
esas múltiples figuras
en que afirmáis las creencias.
   A qué hablar del multiforme
hijo de Amida, el que sea,
que asusta con tantos brazos,
y es un monstruo, es una fiera.
   Y del pequeñuelo Schichi
¿qué decir? ¡Oh gran torpeza!
Procacidad evidente,
vana, oscura inteligencia.
   ¿Qué diré de los oráculos
y engañosas bagatelas,
y Malek el fiero intérprete
del ángel de las tinieblas?
   No hablo de más, que vosotros
sabéis en forma perfecta:
 ojalá de esas doctrinas
os cubra una gran amnesia.
   Mira, pues, si no sería
reo de una culpa pésima
despreciar al Dios auténtico
por doctrinas embusteras.
   Déjame hacer lo que quiero,
ya que soy de la nobleza,
para ponerme a la altura
de mi augusta parentela.
   Solo anhelo yo seguir
no las vanas apariencias,
no el capricho de los hombres
o lo que el mundo prefiera.
   No hablar tanto, por orgullo,
de elevada procedencia,
ni alabarla, que es un arte
del demonio la soberbia.
   No tanta ambición de honores
y de glorias pasajeras, 
no el apetito de fama
que la carne vil despierta.
   Sino las que glorifican
con una virtud ilesa,
que a rechazar lo contrario
de lo eterno nos enseña.
   Me alabas porque en mi cuerpo
hallas natural belleza:
más bien permite a tu mente,
viendo el cielo, hacerse bella.
   Porque estas cosas que ves
son, más que el humo, ligeras
y derriban acremente
los boatos y grandezas.
   Mil causas las desbaratan:
la ancianidad macilenta,
la enfermedad y la cruel
verdad de un muerte cierta.
   Tal su exterior, no se logra
sin más su naturaleza,
 displace a Dios y parece
como la noche ser tétrica.
   Me prometes que celebre
nupcias felices, pareja
 de gran alcurnia y de todos
el más conocido
   Prevenida estoy a fondo,
pues otro ya estuvo alerta:
soy esposa de lo Eterno,
el que es todo Omnipotencia.
   Es a quien vivo buscando,
cuyo amor es mi flaqueza,
descanso con sus ardores,
y es quien mis brazos esperan.
   Es el esposo pulquérrimo
que elegí por su belleza,
su hermosura sobresale
como no sabré exponerla.
   Su lecho es casto y relucen
miríficas flores bellas;
doquier despide perfumes
de bálsamo su presencia.
   El que bebe de su cáliz
disfruta sublime néctar,
la sed del mundo se apaga,
y el deleite de Él aumenta.
   Tú, en cambio, construyes honras
altísimas con soberbia
diciendo que me la das
si yo atiendo a tus promesas.
   Mas no pienses persuadirme
con una caduca ofrenda
por que cambie yo de rumbo,
pues todo es ceniza y tierra.
   En bolsos yo arrojaría
esas  que guardas riquezas
por evitar no me dejen
mirar la luz las monedas.
   La brillantez de ese oro
y preciosísima piedras,
¡pobre de ti!, para ti,
pues rico te crees, resérvalas.
   Con muy valiosos collares
 ciñó feliz mi gorguera
Aquel a quien obedecen
en el cielo las estrellas.
   Quiero en los altos alcázares
disfrutar de su presencia,
donde Francisco y Vicente
viven en gloria perpetua.
   Seguirlos yo libremente 
por más tiempo no difieras,
no dejes que sobreviva
al tormento y a las  penas.
   El tirano de enfurece
oyendo tales respuestas,
y fuera de sí al instante
llevarla a prisión ordena.
   Allí la tenaz constancia
trata de hundir con frecuencia;
en vano, sagaz la virgen
prosigue firme en su idea.
   Y en tanto que le insistían
los pérfidos criados, ella
dándole gracias a Dios
vertía lágrimas tiernas.
   Cantidad de gente acude,
la ciudad se ve suspensa,
todos la admiran curiosos 
y más y más gente llega.
   Más lo que atañe a sus almas
allí les predica férvida:
que la cruz de Cristo salva
a los culpables enseña.

(Dóxico (Dójuku) catequistas o auxiliares de los padres en la evangelización).

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