miércoles, 19 de octubre de 2022

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LA FAMILIA AGUSTINO RECOLETA EN EL JAPÓN

Magdalena de Nagasaki es, sin duda, la figura más significativa de la familia agustino recoleta que constituyeron los heroicos misioneros Vicente de San Antonio y Francisco de Jesús. Estaba constituida por hermanos donados, una especie de religiosos con votos privados de obediencia y castidad que vivían en comunidad. 

Venían después los terciarios y terciarias, que procuraban vivir la vida religiosa en el mundo. En aquel tiempo hacían voto de obediencia y de castidad, como ciertos miembros de instituciones modernas, y se dedicaban a obras de apostolado y de caridad entre los cristianos. Eran generalmente catequistas y ayudaban a los padres en el ministerio pastoral. A este grupo pertenecía Magdalena.

En último lugar venían los cofrades de la cintura o de la Virgen de la Consolación, ligados también en cierto modo a la Orden. Eran generalmente gente casada, que no podía dedicar todo su tiempo al apostolado.

Sería difícil decir cuántos terciarios y cofrades agustinos recoletos hubo en Japón. El padre Francisco de Jesús, en una carta escrita en 1.630 desde la cárcel de Ómura, calcula en unos 300 el número de terciarios y cofrades martirizados, sin contar a los que pudieron huir de la persecución 

En 1.637 se instruyó en Macao el proceso al que nos hemos referido antes para probar el martirio de 77 terciarios y cofrades de la Virgen de la Consolación agustinos recoletos, y de tres hermanos profesos. Todos ellos murieron en Omura en 1.630 quemados vivos unos, degollados otros. Vicente de San Antonio, en una carta escrita desde la cárcel, nos da el nombre de cada uno de estos ilustres mártires.

Magdalena conocía, sin duda, a muchos de ellos. Con ser tan joven, era la hermana mayor, la que daba a todos aliento y ponía una nota de juventud y de alegría cuando se reunían en grupo. Y cuando la mayor parte había derramado su sangre por Cristo, se ofreció ella como víctima y sufrió un martirio doloroso y cruel, como ninguno de los terciarios lo había padecido. Por eso bien merece el honor de los altares.

Hoy, desgraciadamente, no quedan terciarios agustinos recoletos en el Japón. Los hermanos terciarios, sin embargo, se han multiplicado por otras partes del mundo. Son los herederos de aquellos gloriosos mártires japoneses, que después de trabajar en obras de apostolado y de caridad, sacrificaron su vida por Dios.

 Romualdo Rodrigo, O.A.R
Roma 1987

 

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