martes, 28 de octubre de 2014

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De la mano de San Agustín

Me adherí a Ti

 Cuando yo me adhiriere a ti con todo mi ser, ya no habrá más dolor ni trabajo para mí, y mi vida será viva, llena toda de ti. Pero ahora, como al que tú llenas lo elevas, me soy carga a mí mismo, porque no estoy lleno de ti.

Contienden mis alegrías, dignas de ser lloradas, con mis tristezas, dignas de alegría, y no sé de qué parte está la victoria. Contienden mis tristezas malas con mis gozos buenos, y no sé de qué parte está la victoria. ¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! ¡Ay de mí!31

He aquí que no oculto mis llagas. Tú eres médico, y yo estoy enfermo; tú eres misericordioso, y yo miserable. ¿Acaso no es tentación la vida humana sobre la tierra?32 ¿Quién hay que guste de las molestias y trabajos? Tú mandas tolerarlos, no amarlos. Nadie ama lo que tolera, aunque ame el tolerarlo. Porque, aunque goce en tolerarlo, más quisiera, sin embargo, que no hubiese cosa que tolerar.

En las cosas adversas deseo las prósperas, en las cosas prósperas temo las adversas. ¿Qué lugar intermedio hay entre estas cosas en el que la vida humana no sea una tentación? ¡Ay de las prosperidades mundanas una y dos veces: por el temor de la adversidad y la corrupción de la alegría! ¡Ay de las adversidades mundanas una, dos y tres veces: por el deseo de la prosperidad y por la dureza de la misma adversidad y por el riesgo de perder la paciencia! ¿Acaso no es tentación ininterrumpida la vida humana sobre la tierra?
Con X, 28,39

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