miércoles, 26 de noviembre de 2014

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De la mano de San Agustín (20)

Lc 21, 12-19   Padres contra los hijos

Seamos cautos, hermanos, en cuanto al conocer lo que nos queda. El cristiano que es tentado, es probado, ya que al tentado se le muestra lo que le falta. Dos son las posibilidades: o se le muestra lo que tiene o se le muestra lo que le falta. Abrahán fue tentado, y no ciertamente para mostrarle lo que le faltaba, sino para manifestarnos a nosotros lo que debemos imitar. Fue tentado en su propio hijo . Gn 22,1-19¿En qué consistió la tentación? Siendo de edad avanzada, deseó un hijo, sin esperanza ya de tenerlo. Sin embargo, cuando oyó la promesa de Dios, no vaciló lo más mínimo. Creyó, lo recibió; lo mereció, lo obtuvo. El niño nació, fue nutrido, sumaba días, fue amamantado, y a Abrahán se le dijo: En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos ( Gn 22,18),. Abrahán conocía en qué descendencia serían bendecidos todos los pueblos, puesto que tenemos el testimonio del Evangelio: Abrahán -dice- deseó ver mi día; lo vio y se alegró  (Jn 8,56). Lo conocía, pues. 

No obstante, después de todo aquello a lo que había dado fe, escuchó del Señor: Abrahán, ofréceme tu hijo en sacrificio (Gn 22,2). Fue tentado, ¿por qué? Dios conocía ya su fe, pero, pensando en nosotros, se dignó mostrarla. Pues a nosotros se nos dice: «Ofréceme el sacrificio de tu cartera», y dudamos. ¿De qué sacrificio se trata? Dad limosna, y todas las cosas serán puras para vosotros (Lc 11,41). Y en otra ocasión: Prefiero la misericordia al sacrificio (Mt 9, 13). A ti se te dice: «Da algo de tu cartera», y la cierras bien. ¿Qué harías en el caso en que se te pidiese el hijo? Si dudas tratándose de la cartera, ¿qué harías si se tratara de tu hijo? Para que sepa lo que me falta

Tengo que decirlo no sin dolor ni vergüenza. Existen muchas jóvenes que quizá quieren hacerse siervas de Dios y, si son valientes, dicen a sus padres: «Déjame, quiero ser virgen de Dios», o «quiero ser siervo de Dios», y escuchan como respuesta: «Aunque no os salvéis, no haréis lo que queréis. Haréis lo que yo quiero». ¿Qué sucedería si se te dijese: «dale muerte»? Pues bien, tú vives, se te promete la vida eterna, está delante de ti, ¿y te resistes, y dudas y te opones? Ciertamente, eres cristiano. «Por qué, Señor, por el hecho de ser cristiano no he de tener nietos?» ¿Debes tener nietos? ¿Sabes lo que te falta, precisamente a ti que ayunaste ayer? Canta lo que dijo el salmista: Hazme, Señor, conocer mi fin y cuál es el número de mis días, para que sepa lo que me falta. Haga Dios y su gran misericordia que todos los días seamos estimulados, o tentados o probados y que progresemos. La tribulación actúa la paciencia, la paciencia actúa la prueba, la prueba actúa la esperanza y la esperanza no defrauda )Rom 5,3-5).
Sermón 16A, 12.


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