viernes, 30 de octubre de 2015

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De la mano de San Agustín (19):Que cada uno examine su corazón



¿Cuál es la realidad, si la garantía es tal? No se debe hablar de garantía, sino de anticipo. En efecto, cuando se deja una garantía, ésta se retira una vez que se devuelve lo garantizado. El anticipo, en cambio, es una parte de aquello que se promete dar, de forma que, cuando se cumpla la promesa, lo ya recibido no cambia, sino que se recibe en su totalidad. Así, pues, que cada uno examine su corazón y vea si dice con sincero amor desde lo más íntimo de su corazón: Padre. No se pregunta ahora por el grado de esa caridad: si es grande, pequeña o regular; pregunto si, al menos, existe. Si ya ha nacido, crece ocultamente, con el crecimiento llegará a la plenitud, y en esa plenitud permanecerá. No se da el que tras alcanzar la plenitud decline hacia la vejez y que la vejez la conduzca a la muerte; si llega a la plenitud es para permanecer en ella eternamente. Considera lo que sigue: Gritamos: Abba, ¡Padre! El mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios  (Rm 8,15-16). No es nuestro espíritu quien nos testimonia que somos hijos de Dios, sino el Espíritu de Dios; el anticipo da testimonio de lo que se nos ha prometido. El mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.

 Sermón 156,16

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