miércoles, 2 de marzo de 2016

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De la mano de San Agustín (2): El reino de los cielos es la Iglesia

 Por ello, os exhorto a que os liberéis del mundo presente, que es malo. Por ello os amonesto: quienes queréis vivir no imitéis a los malos cristianos. No digáis: «¿Cómo? ¿No está bautizado fulano que se embriaga? ¿Cómo? ¿No está bautizado aquel que tiene concubinas? ¿No está bautizado aquel otro que comete fraudes a diario? ¿No está bautizado el otro que consulta a los astrólogos?». Los que ahora queráis ser grano, entonces os encontraréis en el muelo; pero los que queráis ser paja os encontraréis en la gran parva, mas para ser presa de un gran fuego.

¿Entonces, pues? Arrastraron -dice- las redes hasta la orilla (Jn 21,8). Pedro arrastró las redes hasta la orilla; acabáis de escucharlo cuando se leyó el evangelio. Cuando oyes hablar de orilla, piensa en el límite del mar, y cuando escuchas «límite del mar», entiende el fin del mundo presente. En la primera pesca no se arrastraron las redes hasta la orilla, pues los peces capturados se amontonaron en las barcas. En ésta, en cambio, las arrastraron hasta la orilla. Espera el fin del mundo, fin que ha de llegar para bien de los que estén a la derecha y mal de los que estén a la izquierda. ¿Cuántos fueron los peces? Arrastraron -dice- las redes, que contenían ciento cincuenta y tres peces.Y el evangelista añadió algo muy importante: Y, a pesar de su tamaño, es decir, de ser tan grandes, no se rompió la red (Jn 21,11). Serán grandes, pero no habrá herejías, y no habrá herejías precisamente porque serán grandes. ¿Quiénes son grandes? Lee las palabras del Señor en el evangelio y encontrarás quiénes lo son. Dice, en efecto, en cierto lugar: No vine a abrogar la ley y los profetas, sino a cumplirla (Mt 5,17).

\En verdad os digo: Quien viole uno de estos mis mandatos menores y los enseñe, será tenido por el menor en el reino de los cielos (Mt 5,19). Quien viole y enseñe así, esto es, viviendo mal y mostrando el bien, respectivamente, será tenido por el menor en el reino de los cielos. Pero ¿en qué reino de los cielos? En la Iglesia del tiempo presente, porque también a ella se la llama reino de los cielos. En efecto, si no se llamara reino de los cielos también a esta Iglesia que reúne en sí a buenos y malos, no diría el Señor en la parábola: El reino de los cielos se parece a una red barredera que se echa al mar y recoge peces de toda especie. Mas estáte atento a lo que sigue. El reino de los cielos se parece a una red barredera que se echa al mar -una red barredera no deja de ser una red- que recoge peces de toda especie (Mt 13,47). ¿Y qué? La arrastran hasta la orilla. Son palabras del Señor en la parábola. Y, cuando los han llevado a la orilla, se sientan, seleccionan los buenos, y los echan a los canastos y a los malos los tiran (Mt 13,48). Él mismo les expuso la parábola. ¿Qué dice? Así sucederá al fin del mundo. ¿Habéis advertido lo que significa la orilla? Vendrán -dijo- los ángeles, y reunirán a los malos sacándolos de entre los buenos y los arrojarán al horno de fuego ardiente; allí habrá llanto y crujir de dientes (Mt 13,49-50). Sin embargo, se ha llamado a la Iglesia reino de los cielos. A veces, en el mar nadan juntos peces buenos y malos; de idéntica manera, en este reino de los cielos, es decir, en la iglesia de este tiempo, es considerado como el menor el que enseña el bien y practica el mal, pues en ella se encuentra también él. No está excluido de ella; está en el reino de los cielos, es decir, en la Iglesia tal cual es en el tiempo presente. Enseña el bien y practica el mal: es necesario, es un mercenario. En verdad os digo -afirma- ya recibieron su recompensa (Mt 6,2). De algo sirven, pues si de nada sirviesen los que enseñan el bien y practican el mal, no hubiese dicho el Señor mismo a su pueblo: Los escribas y fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés; haced lo que os dicen, no lo que ellos hacen. ¿Por qué? Porque dicen, pero no hacen (Mt 23,2-3).
Sermón 251, 3-4 



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