jueves, 5 de mayo de 2016

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De la mano de San Agustín (2): El Espíritu con medida y sin medida

Pues a quien Dios envió habla las palabras de Dios (Jn 3,34). Esto decía de Cristo, sí, para distinguirse de él. «Pues ¿qué? ¿Acaso Dios no envió a Juan mismo? ¿No dijo él mismo: «He sido enviado delante de él» (Jn 3,28), y: «Quien me envió a bautizar con agua» (Jn 1,33), y de él está dicho: He aquí que yo envío mi ángel delante de ti, y preparará tu camino? (Ml 3,1; Mt 11,10) ¿Acaso no habla las palabras de Dios también ese mismo de quien también está dicho que es más que profeta? (Cf Mt 11,9) Si, pues, Dios también lo envió y habla las palabras de Dios, ¿cómo entendemos que en orden a la distinción dijo él acerca de Cristo: Pues a quien Dios envió habla las palabras de Dios? Pero mira qué añade: Pues Dios no da el Espíritu con medida (Jn 3,34). ¿Qué significa esto: Pues Dios no da el Espíritu con medida? Descubrimos que Dios da el Espíritu con medida. Escucha al Apóstol decir: Según la medida del don del Mesías (Ef 4,7). A los hombres lo da con medida, al único Hijo no lo da con medida. ¿Cómo lo da a los hombres con medida? A uno se le da mediante el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia, según idéntico Espíritu; a otro, fe en virtud de idéntico Espíritu; a otro profecía, a otro discernimiento de espíritus, a otro géneros de lenguas, a otro don de curaciones. ¿Acaso son todos apóstoles, acaso todos profetas, acaso todos doctores? ¿Acaso todos tienen poderes, acaso todos tienen dones de curaciones? ¿Acaso hablan todos en lenguas, acaso todos las interpretan? (Eb1Co 12,8-10; 12,29-30) Una cosa tiene éste, otra aquél, éste no tiene lo que tiene aquél. Hay medida, hay cierta repartición de dones. A los hombres, pues, se da con medida, y la concordia hace allí un único cuerpo. Como la mano recibe una cosa para obrar, otra el ojo para ver, otra el oído para oír, otra el pie para caminar, única es empero el alma que gestiona todo, en la mano para obrar, en el pie para caminar, en el oído para oír y en el ojo para ver, así son también los diversos dones de los fieles, distribuidos a cada uno, cual a miembros, con medida. Pero Cristo, que los da, no los recibe con medida.
Ev. Jn. Trat. XIV, 10

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