sábado, 8 de abril de 2017

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PUERTA (Jn, 10,9))

     Eres la blanca puerta el empíreo,
siempre abierta al que llama, y donde se abre
de las tinieblas -divinas entrañas-
el resplandor. De par en par sus hojas
-a la diestra justicia y a la izquierda
misericordia- ábrensenos propicias,
sobre los goznes del rosario al leño
de la cruz -rodrigón-envencijado.

¡El umbral de tu cruz de Adán la tumba,
y en su dintel se apoya cejijunto
Luzbel, a las tinieblas acechado!
¡Pobre Luzbel, estrella de la tarde,
en sombra de tinieblas convertido,
caído desde el cielo como un rayo!
¡Dale, Señor, tu mano, y se derrita
su sombra en las tinieblas de tu Padre,
y vuelva a ser lucero matutino!
Desgarrón de los cielos, abertura.

Tú eres de Dios, y quien por Ti le mira
muere de verte, al fin, de amor se muere,
y muriendo de amor vida recobra,
vida que nunca muere. ¡Y es el puente,
cimentado con lágrimas y sangre,
tu cruz que a Ti, que eres blnca puerta
de la mansión de Dios, nos encamina
por sobre el foso de este bajo mundo
ceñidor del castillo celestial!

Miguel de Unamuno, El Cristo de Velásquez

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