sábado, 9 de septiembre de 2017

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MADRE MARIANA DE SAN JOSÉ

Mariana de Manzanedo y Maldonado nace el año 1568 en Alba de Tormes, el pueblo donde catorce años después morirá santa Teresa de Jesús. Siendo niña, queda huérfana de padre y madre, por lo que se educará con las agustinas de Ciudad Rodrigo (Salamanca), en cuyo convento viven una hermana suya y dos de sus tías. En 1603 funda en Éibar (Guipúzcoa) el primer convento de agustinas recoletas. Le seguirán el de Medina del Campo, Valladolid, Palencia, Santa Isabel de Madrid y, finalmente, el de la Encarnación, en la misma capital.

Mariana funda la Encarnación en 1612, gracias al favor de Felipe III y su esposa, la reina Margarita. Por eso este monasterio goza del título de “Real” y es uno de los ocho que pertenecen al Patrimonio Nacional de la Corona española. Está próximo al Palacio Real y con él estuvo comunicado durante siglos por un pasadizo. Aquí vivió Mariana 26 años como priora, hasta su muerte en 1638.

Inmediatamente después de su muerte, se recogen testimonios sobre su santidad, con vistas a un proceso de canonización que no llegará a inaugurarse hasta 1980. Pero el esfuerzo no fue en vano. Sobre la base de las 40 declaraciones tomadas notarialmente y sobre los escritos de la Madre que se pudieron recopilar, publicará una biografía Luis Muñoz. Esta obra conservará viva a lo largo de los siglos la figura de Mariana de San José.

El 3 de abril de 1993, Mons. Ángel Suquí. Arzobispo de Madrid decreta la apertur del Proceso que tiene lugar en la Iglesia de la Encarnación el 27 de abril de 1993. Tres años más tarde, el 10 de julio de 1996 se celebra en el mismo lugar la sesión de clausura. A fi nales de 2007es aprobada la Positio

Se presentan las obras completas de Mariana de San José, “la priora de la Encarnación”
Igual que se buscan los restos de Cervantes por las iglesias del viejo Madrid, también se desentierran la memoria y los escritos de ilustres contemporáneos suyos. Ocurría ayer 14 de mayo de 2015, en el Real Monasterio de la Encarnación, junto al Palacio Real y el Senado. Al cabo de casi cuatro siglos, se presentaban las Obras de Mariana de San José, conocida como “la Priora de la Encarnación”.
¡Oh Señor, si mi alma fuese una lámpara que siempre ardiese, en la cual echaseis el dulcísimo óleo de vuestra divina caridad…! Haced, Señor mío, este milagro: que la piedra fría de mi corazón la convierta en sí el encendido fuego que arde en vuestro pecho, para que también mi alma arda siempre en vuestra divina presencia.

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