"Ven Espíritu Santo, y enséñame a esperar.
Porque las cosas que deseo no llegan rápidamente, enséñame a esperar.
Porque no puedo pretender que los demás cambien de un día para el otro, enséñame a esperar.
Porque yo mismo voy cambiando muy lentamente, enséñame a esperar.
Porque la vida tiene sus estaciones y todo llega a su tiempo, enséñame a esperar.
Para que acepte que no estoy en el cielo sino en la tierra, enséñame a esperar.
Para que no le exija a este día lo que no me puede dar, enséñame a esperar.
Para que reconozca que el mundo no puede estar a mi servicio, enséñame a esperar.
Ven Espíritu Santo, y enséñame a aceptar que muchas cosas se posterguen, para que valore lo que la vida me propone ahora, aunque sea pequeño, aunque parezca poco.
Ven Espíritu Santo, enséñame a esperar.
Amén."
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Los Cinco Minutos de San Agustín de Hipona
La verdad me dice: "No es tu Dios el cielo, ni la tierra, ni cuerpo alguno." Y esto mismo dice su naturaleza. Por esta razón eres tú mejor que ellos; a ti te digo; ¡oh alma!, porque tu vivificas la mole de tu cuerpo prestándole vida, lo que ningún cuerpo puede prestar a otro cuerpo. Pero tu Dios es para ti hasta la vida de tu vida.
P. José Luis Alonso Manzanedo, OAR.
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