jueves, 1 de noviembre de 2018

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DE UNA COSA TENGO SED, LA OTRA LA DESPRECIO

Añade: Según la justicia de la ley, fui irreprensible (Flp 3,6). Sabe vuestra caridad que de Zacarías e Isabel se dice que habían caminado de forma irreprensible en todos los preceptos del Señor.
 Caminando de forma irreprensible —afirma la Escritura— en todos los preceptos del Señor (Lc 1,6). Así era también nuestro Pablo cuando era Saulo. Caminaba irreprensiblemente en la ley, y este su vivir irreprochablemente fue el gran reproche contra sí mismo. ¿Qué pensar, pues, hermanos? ¿ Es cosa mala vivir sin reproche según la justicia fundada en la ley? Si es cosa mala vivir sin reproche según la justicia fundada en la ley, entonces ¿es la ley algo malo? Pero tenemos al mismo Apóstol que afirma: Por lo tanto, la ley es santa, y santo, justo y bueno el precepto (Rm 7,12). Si la ley es santa; si es santo, justo y bueno el precepto, ¿cómo puede no ser bueno el vivir irreprochablemente según la justicia fundada en la ley? ¿Cómo puede no ser santo? ¿O tal vez es santo? Escuchemos al Apóstol mismo; ved lo que dice: Lo que para mí era ganancia, lo consideré pérdida a causa de Jesucristo (Flp 3,7). Enumera las pérdidas sufridas, y entre ellas cuenta el haber vivido irreprochablemente en la justicia fundada en la ley. Pero todo —dice— lo considero pérdida frente al conocimiento sublime de nuestro Señor Jesucristo (Flp 3,8). Considero mis motivos de gloria —afirma—y los comparo con la sublimidad de nuestro Señor Jesucristo. De esta tengo sed; aquello lo desprecio. Pero esto es poco: Frente a él pienso que no sólo son pérdidas, sino que hasta los consideré como estiércol con tal de ganar a Cristo (Fl 3, 8).

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