miércoles, 14 de noviembre de 2018

// //

LECTIO DIVINA DOMINGO XXXII. TIEMPO ORDINARIO -B-

 Ser cristiano conlleva necesariamente en su vida la expresión de Jesús; de otra manera, su fe no es verdadera ni feliz. Se hace necesario el recuerdo de las palabras de Jesús: ¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencia… Estos recibirán una sentencia más rigurosa! Es dura la frase y, sin embargo, es la luz necesaria que un seguidor de Jesús debe tener presente para que su vida cristiana sea realidad y testimonio verdadero de su fe.

    Al igual que caemos en la cuenta de que va pasando un año, deberíamos pensar y analizar cómo es nuestra vida cristiana. Hagamos una reflexión teniendo presentes tres enseñanzas del salmo responsorial: el Señor liberta a los cautivos. No pensemos en nadie, analicemos cómo es nuestra vida cristiana y examinemos si nuestro caminar en la fe conlleva la certeza de la presencia de Dios; el Señor ama a los justos: ¿sómos capaces de sentir en nuestro interior una constante bendición de Dios?; el Señor ama a los peregrinos: nuestra vida tiene una seguridad desde un amor infinito y de un perdón misericordiosamente eterno.

    La vida cristiana es siempre un regalo de Dios y nosotros necesitamos tener una conciencia verdadera de caminar en la verdad y en la caridad. A lo largo de entrar más en el misterio de amor en el cual Dios quiere que vivamos y manifestemos la fe recibida, es bueno recordar lo que dice Jesús, refiriéndose a la pobre viuda: ésta ha echado todo lo que tenía para vivir. Y, aunque parezca un tanto extraño, cada uno de nosotros debería situarse en un examen de conciencia y descubrir el fondo verdadero de nuestra fe, dejando de lado las excusas y los miedos. Es necesaria una pregunta: ¿nos damos a Dios? No nos sorprenda la pregunta ya que la razón de nuestra entrega a Dios no puede reducirse a un mero cumplimiento sino a una donación total de nosotros al igual que Él se nos da.
    Buscamos en la vida todo lo posible pero ¿somos capaces de creer que Dios mantiene su fidelidad perpetuamente? En el fondo personal podemos encontrar nuestra realidad siempre necesitada de fe y de verdadera felicidad, con la inquietud constante de vivir siempre en búsqueda de algo distinto y ¿por qué no en búsqueda del Señor que abre los ojos al ciego y el que endereza  a los que ya se doblan? Necesitamos llenarnos de Dios y mantener en nuestro interior la llamada de la fe que viene a abrirnos la mirada de Jesús que nos descubre la libertad del corazón para amar al Señor y, desde Él, a los demás. La vida nos engaña fácilmente y nos deja altamente sujetos al momento en el cual vivimos y que debe tener una visión desde la fe ya que sólo la libertad del corazón nos permite situarnos en el mundo de manera creadora sin paralizarnos con los espantapájaros de la libertad.

    Lo que importa de verdad es que, siendo conscientes de la presencia de Dios en nuestra vida, el ritmo del camino se funda en revisar nuestro corazón y nuestra conducta para eliminar cualquier sombra de comportamiento arrogante y egoísta. Nunca mejor que situarnos en un caminar en el seguimiento de Jesús y crear una forma de vivir que proceda más desde la gracia que desde nuestros esfuerzos. Debemos hacer hincapié en la referencia de la viuda en el evangelio. Su desprendimiento total frente a la codicia de los otros; el último puesto frente a la  búsqueda de los primeros, su concepto limpio del culto, vivido como sacrificio de la persona. Con estas palabras termina el ministerio de Jesús en el evangelio de Marcos. El evangelista ha querido conservar para todas las edades (donde se predique el evangelio) la figura de esta pobre viuda anónima: una lección y una denuncia. No necesitaba  conocer los 613 preceptos para cumplirlos; sabía dar a Dios lo que es de Dios, es decir, en forma de dos cuartos, toda su vida. 

    Vale la pena entrar en el misterio de la bondad de Dios y aclarar cómo la gracia es realidad total cuando el corazón del creyente pone su amor en las manos del Señor. Del corazón limpio debe manifestarse el ejemplo de la mujer del templo que dió todo lo que tenía para  vivir. Lo suyo no fue una decisión de antemano, le salía del corazón y así lo manifestó.

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD
    A la luz de la palabra de Dios no podemos quedar en una actitud mediana ya que la enseñanza reclama por nuestra parte la fe y la obdiencia a su mandato. Tenemos que estar en el ajo y no situarnos nunca a distancia ya que la enseñanza se dirige hacia nosotros con el fin de que, con todo el campo de la libertad en la fe, entremos en el ámbito de la fidelidad y de la esperanza en Dios. Los simulacros o las posturas a distancia no pueden entenderse ante la enseñanza divina y necesitan una claridad interior para luego obrar con todo lo que, aludiendo a lo que dice el Señor, ha echado todo lo que tenía para vivir. ¿Queremos realizar esta actitud? Es la única que tiene sentido. 

ORACION
    Dios de poder y misericordia, aparta, propicio, de nosotros toda adversidad, para que, bien dispuestos cuerpo y espíritu, podamos aspirar libremente a lo que te pertenece. Por J. N. S. Amén. 

PENSAMIENTO AGUSTINIANO
    A pesar de que muchos ofrecieron mayor cantidad, ninguno, si embargo, dio tanto como ella <en ofrenda a Dios, es decir, en el cepillo del templo>. <Muchos ricos echaban en abundancia, y él los contemplaba>, pero no porque echaban mucho. Esta mujer entró con solo dos monedillas, ¿Quién se dignó poner los ojos en ella? Sólo aquel que al verla no miró si la mano estaba llena o no, sino al  corazón. La observó, pregonó su acción y al hacerlo proclamó que nadie había dando tanto como ella. Nadie dió tanto como la que no reservó para sí. Das poco, porque tienes poco; pero si tuvieras más, darías más. Pero ¿acaso por dar poco a causa de tu pobreza, te encontrarás con menos, o recibirás menos porque das menos? Si se examinan las cosas que se dan, una son grandes, otras son pequeñas, unas abundantes, otras escasas. Si, en cambio, se escrudiñan los corazones de quienes dan, hallarás con frecuencia en quienes dan mucho un corazón tacaño, y en quienes dan poco uno generoso… Lo que consigues con tu donación es que no te perjudiquen tus riquezas, no que te aprovechen. Porque si fueres pobre y, desde tu pobreza, dieras, aunque fuera poco, se te imputaría como al rico que da en abundancia, o quizá más, como a aquella mujer (Sermón 64, A, 1).

P. Imanol Larrínaga, OAR.

0 Reactions to this post

Add Comment

Publicar un comentario