martes, 26 de marzo de 2019

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LECTIO DIVINA III DOMINGO de CUARESMA - C-

El Señor es compasivo y misericordioso. Es el punto de arranque para este domingo de Cuaresma que, ya de entrada, nos manifiesta la bondad del Señor. Situarse en fe y en humildad ante Dios, nos abre el camino para un diálogo sencillo pero verdadero: creer, convertirnos, cambiar de mentalidad y de conducta, volver a empezar. Ojalá sintiéramos en nuestro corazón esta llamada viva que proviene de la cercanía de Dios y diéramos una respuesta sincera y verdadera: ¡aquí estoy, Señor!

Leyendo el evangelio de hoy descubrimos tres llamadas de atención que nos dirige Jesús: amad, haced el bien, orad. Realidades fundamentales para la vida del cristiano y que conllevan una totalidad de respuesta y de ejemplo en un ambiente en el que la sinceridad no es real ni exigente. Hoy, deberíamos dirigirnos al Señor y suplicarle:  quiero aprender y llevar adelante tu vida. 

Un cristiano no es sincero si no se constituye en verdadero discípulo de Jesús. Pero, para ello, debe tener en cuenta que la presunción de la misericordia infinita debe llevarnos a abandonar el pecado y agradecer a Cristo el Señor, que nos haya liberado de la esclavitud de la mentira y del engaño y que nos haya dado la posibilidad de vivir en la verdad según su voluntad. Recordemos una hermosa afirmación de san Pablo: El   que se crea seguro, cuídese de no caer. No podemos caminar seguros sin agradar a Dios: la experiencia del antiguo pueblo de Dios nos advierte que no se adquiere un seguro por el hecho de pertenecer a su estirpe; hay que conservar y cuidar la respuesta total en la fe para agradecer a Dios, para permanecer en su gracia.

La Cuaresma es una constante llamada a la conversión y ojalá fuéramos capaces de ser sinceros: la conversión de nuestro interior necesita venir acompañada de reflexión profunda y de oración para purificar los criterios con los que nos movemos y orar para que, por encima de todo, la verdad de Dios ilumine nuestra vida.  Así como queremos que Dios nos dé todo, cada uno debemos tener en cuenta lo que nos enseña el salmo responsorial de hoy: bendice alma mía al Señor, y no olvides sus beneficios. Nunca mejor lo bueno que es escuchar y estar atentos a la visita que Dios nos hace a través de su Hijo y que nos advierte cómo dar frutos en nuestra vida. 

Tengamos muy en cuenta la bondad de Dios: nunca nos falta, y, a la vez, nos ofrece una constante ocasión de creer que Él es un Padre amoroso que nos provee y nos dispensa todo lo que necesitamos para incorporamos plenamente con Cristo en la condición de hijos de Dios. ¡Cuánto necesitamos valorar esta gracia tan maravillosa que se nos concede y nos lleva a vivir en el camino de Jesús! Conviene que, muchas veces, nos recordemos cómo  nos alejamos de la verdad y de la gracia y que, sin embargo, cómo el Señor nos concede la gracia de encontrar el camino perdido.

Ciertamente, nunca nos falta la gracia del Señor que nos invita a que nuestro corazón se dirija por el camino de la verdad y de una conversión necesaria desde la gracia que, con amor infinito, Dios nos concede. No en vano, se nos manifiesta en el salmo responsorial: El perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades. Sentirnos así amados, es como creer que nunca nos falta la misericordia del Señor y que, a la vez, es como abrirnos un camino nuevo hasta el punto de sentirnos amados infinitamente por Dios. No podemos caminar sin agradar a Dios, conservemos y cuidemos nuestro interior esmerándonos por agradar a Dios y permanecer en su gracia. Nunca nos falta la gracia del Señor que nos llama a una conversión en nuestra fe y que nos prepare a un saber y querer asimilar la voluntad de Dios.

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

    ¿Creemos que Dios es compasivo y misericordioso? No es cualquier pregunta, es la definición que debemos dar nosotros a la gracia infinita que nunca nos falta y es la razón de nuestra felicidad. Nunca dejemos de lado esta gracia que, ojalá, la busquemos, la vivamos y la manifestamos en nuestra vida. Quien no la cree y no la viva, se deja guiar por cualquier cosa, menos por Dios. Recordemos: Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Nuestra vida tiene, desde esa realidad, Quién es Dios en nosotros y cómo podemos ser nosotros desde Él. La llamada a la conversión es la invitación generosa de un Dios que no condena, sino que brinda la ocasión de recuperar el terreno perdido y meternos de nuevo en la vida verdadera. Conviene recordar que somos nosotros quienes nos separamos de Dios, nunca Dios se aleja de nosotros: ese es el gran misterio de la libertad por la que somos responsables de nuestra propia salvación

ORACION

    Oh Dios, autor de toda misericordia y bondad, que aceptas el ayuno, la oración y la limosna como remedio de nuestros pecados, mira con amor el reconocimiento de nuestra pequeñez y levanta con tu misericordia a los que nos sentimos abatidos por nuestra conciencia. Por J. N. S. Amén.

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

Como gente aplicada y bien atenta, prestad atención a las palabras del Señor para progresar y saber leer y escuchar: <Comieron, dijo, el mismo alimento espiritual>. ¿Qué significa <el mismo> sino que comieron el mismo que nosotros? Veo que es un tanto difícil de exponer y aplicado lo que he intentado decir, pero me ayudará vuestra benevolencia; ella conseguirá del Señor que sea capaz. <Comieron, dijo, el mismo alimento espiritual>. Hubiera bastado decir: <Comieron un alimento espiritual>. Pero dijo: el mismo. No encuentro otra forma de entender este el mismo, sino refiriéndolo al que comemos también nosotros. Entonces, dirá alguno: ¿aquel maná es el mismo que recibo yo ahora? Si es así, nada vino ahora, si es que yo estuve antes… En efecto, quienes entonces recibieron el maná pensando que sólo satisfacía su necesidad corporal y que alimentaba su vientre, no su mente, nada grande comieron; simplemente satisficieron su necesidad.  Dios a algunos alimentó y a otros les significó algo. (Sermón 352, 3).
Fray Imanol Larrínaga, OAR.

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