miércoles, 4 de diciembre de 2019

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COMUNIDAD Y FRATERNIDAD (III)


Basándose en la Constitución Lumen Gentium, la Exhortación Apostólica Vida Consagrada define la comunidad religiosa como "espacio humano habitado por la Trinidad" y esta realidad se concreta en modalidades distintas de vida en común en la comunión eclesial (41). Sigue indicando el documento, "la participación en la comunión trinitaria puede transformar las relaciones humanas, creando un nuevo tipo de solidaridad" (41). Y la comunidad religiosa, más que medio para la misión, es en sí "espacio teologal" en el que se puede experimentar la presencia mística del Señor resucitado (cf. Marcos 18, 20) (42).

Esto nos demuestra que la comunidad cristiana, y por tanto la comunidad religiosa, primero es comunidad; es decir, "espacio humano". Realización, por tanto, de la dimensión social de la persona, el ser-con-los-otros. Hasta aquí podemos entender que se identifica con cualquier tipo de comunidad. Está sujeta a las mismas leyes sociológicas, con su código de relaciones humanas comunes, dando cabida a una experiencia de amistad intensa y compartida, y madurando en su realización de una forma progresiva, según leyes psicosociológicas concretas.

Pero hay que insistir en lo que identifica este tipo de sociedad religiosa cristiana frente a cualquier otra sociedad o comunidad, o fraternidad, al concretar que es "espacio humano habitado por la Trinidad".

El Vaticano II indica que la vida religiosa pertenece a la Iglesia, decididamente a su vida y a su santidad, y que debe colocarse en el centro de la misma vida eclesial (cf. Lumen Gentium 44d). Por tanto, participa del misterio mismo de la Iglesia en la definición que de ella ofrece la Lumen Gentium.

Nos encontramos con la mejor definición de la comunión eclesial como signo distintivo de la Iglesia. Esa capacidad de relación del ser humano como imagen de Dios siente su ´plenificación´ al ser invitado a entrar en la vida trinitaria, que, básicamente, es comunión también. El documento La Vida Fraterna en comunidad, siguiendo la Constitución Gaudium et Spes, indica: "El Dios Creador, revelado como Amor, como Trinidad y comunión, ha llamado al hombre a entrar en íntima relación con Él y a la comunión interpersonal, o sea, a la fraternidad universal" (n. 9).

Hallamos aquí la explicación más nítida del misterio de la fraternidad cristiana y de la expresión concreta en la comunidad eclesial y religiosa.

Esta comunión originaria se fue deteriorando en el exordio de la humanidad, y el Padre, en su designio de salvación, envía al Hijo para transformar de nuevo, a través de su misterio pascual, esas relaciones deterioradas en relaciones de nuevo fraternales bajo la fuerza del Espíritu, que es Espíritu de comunión del Padre y del Hijo (Efesios 2, 14,16), e iniciando experiencias concretas de comunión en la vida comunitaria de las comunidades iniciales cristianas (cf. Hechos 4, 32- 35).

La misma presencia del Espíritu construye esa unidad orgánica, dentro de la comunión eclesial, en el mismo Cuerpo de Cristo: "Él unifica la Iglesia en comunión y en el ministerio, la coordina y la dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos que se complementan entre sí y la hermosea con sus frutos" (Vida fraterna en comunidad 9).

Tomado de: "Comunidad y Fraternidad" en "Cuadernos de Espiritualidad Agustiniana" del R.P. Carlos Morán Fernández, OSA

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