viernes, 21 de octubre de 2022

// //

MANOJO OCTAVO DEL «PROVENTUS MESSIS DOMINICAE» RELATA LA VIDA Y PASIÓN DE LA VENERABLE VIRGEN MAGDALENA DE NAGASAKI

       III

   Arrebató venturosas   

las casas de acá terrenas,
y en trueque dará en el cielo
dichosa morada regia.
   Os privó de dulce patria
la que mundo os mismo diera,
y os retorna la más propia,
que perdió por culpa pérfida.
   Hizo al Shôgum y a unos príncipes
de las islas japonesas
tornarse en amigos santos
y en un Numen que os proteja.
   Mirad cuántos beneficios
os han resultado de ella
por lo poco que dejáis;
vivid, pues, con entereza.
   Con tales palabras calma
a las gentes la doncella;
sigue al Maestro Divino
y de su amor le da pruebas.
   Y si bien permanecía
de los montes en las cuevas,
ganó a muchos descarriados
y bárbaros su elocuencia.
   Muchos ansían salvarse
y la buscan donde sea,
quien bondadosa les lanza
celestes, finas saetas.
   Oidme, ya, japoneses,
os traigo la Buena Nueva
que la sola salvación
es de aquel que en Cristo crea.
   Fe en un Todopoderoso
y Dios único confiesa,
que domina de lo ínfimo
a las alturas inmensas.
   Él solo ha existido siempre;
su infinita Inteligencia
creó el deslumbrante cielo
y cuanto existe en la tierra.
   Él plasmó del polvo vil
un día la raza nuestra,
nos hizo como los Ángeles
sin que nadie mereciera.
   Por que al mismo Dios sirviendo

cada cual lo conociera,
el mismo Dios la futura
gloria promete en herencia.
   Él puso en fuga al Demonio
que engañó la raza entera,
y envió al Hijo a que salvara
lo que hizo su omnipotencia.
   Este tomó nuestra carne,
sufrió la cruz y la afrenta,
resucitó, y de la muerte
logró victoria completa.
   He ahí a quien os predico
clavado en cruz; las flaquezas
y culpas Él nos perdona:
las antiguas y las nuevas.
   El ciertamente no quiere,
como en Japón, muertes cruentas,
que acostumbran, engañados,
cuantos en matar se empeñan.
   Sus preceptos son amables
que da al mortal en la tierra,
solo exige las primicias
de un alma que se arrepienta.
   Siete medicinas hizo
Él, de su sangre compuestas,
para sanarnos a todos,
¡oh caridad sin fronteras!
   Recibidlo, pues, vosotros,
se adore a un Dios dondequiera
haya un único bautismo
y única fe verdadera.
   Otras cosas les atañe
del dogma y ley evangélica,
necesarias predicando
con gran celo la doncella.
   A su ardor el alma fría
de las gentes se deshiela,
piden muchos el bautismo
que es conferido por ella.
   Y casi dos años íntegros
permaneció así encubierta,
lejos de preocupaciones,
a santas obras atenta.
   Entretanto a Nangasaqui
vino Uneme con fiereza
y oprimía a los cristianos
persecución más severa.
   En las aguas sulfurosas
del Arima muerte acerba
aguardaba a tantos fieles,
se vertía sangre ingenua.
   Se enrojecían las calles,
las ciudades, las plazuelas…
de huesos los campos cólmanse,
o en el fuego se los quema.
   De la furia del tirano
escucha hablar Magdalena
y no existe ya dolor
más hondo que la conmueva.
   El santo amor del Esposo
la hiere al ver que doquiera
la ley de Dios se quebranta
y la grey anda dispersa.
   Determina a la ciudad
ir y en pública asamblea
confesar su fe y al déspota
reprochar por su vileza.
   Se  le oponen francamente
los que habitan las cavernas
porque perder la tranquila
soledad sí no quisieran.
   Mas el celo del honor
debido a Cristo es espuela,
y fuertemente la atrae
sufrir tormentos y penas.
   Urge ya la despedida
bañada en lágrimas ella,
saluda a todos y luego
les dice adiós con tristeza.
   Constancia en el sufrimiento
es lo que más recomienda,
y pensando en Dios se aparta
de esas regiones desiertas.
   Mira luego la ciudad,
ve su patria más de cerca,
y esparciendo suave olor
la flor eremita llega.
   Al severo tribunal
del tirano con presteza
se aproxima y ante él
le dice con voz severa:
   No te admires de que yo
aunque soy una doncella
te hable con altanería
pues cristianos atormentas.

(Dóxico (Dójuku) catequistas o auxiliares de los padres en la evangelización).

 

0 Reactions to this post

Add Comment

Publicar un comentario