sábado, 10 de septiembre de 2011

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Las Virtudes Cardinales

 La Justicia
 
La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada ‘la virtud de la religión’. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo. ‘Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo’ (Lv 19, 15). ‘Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también vosotros tenéis un Amo en el cielo’ (Col 4, 1). (CIC 1807)


Tal es la fuerza de la justicia
Lc 16,9-15


Pero ¿qué significa que ellos se hacen amigos con la mammona de iniquidad? ¿Qué es la mammona de iniquidad? Antes aún, ¿qué es la mammona? No es una palabra latina. Pertenece a la lengua hebrea, pariente de la púnica (ambas lenguas semitas). Estas lenguas son allegadas entre sí por cierta semejanza de significación. Lo que los púnicos llaman mammón, nosotros  lo denominamos lucro. Lo que los hebreos llaman mammona, en latín recibe el nombre de riquezas. Para expresarlo en nuestra lengua, esto es lo que dice nuestro Señor Jesucristo: Haceos amigos con las riquezas de iniquidad (Lc 16, 9).

Algunos, entendiendo mal esta sentencia, roban lo ajeno y de lo robado reparten a los pobres, pensando que así cumplen lo mandado. Dice, pues: la mammona de iniquidad consiste en robar las cosas ajenas; dar algo de ellos, especialmente a los santos necesitados, equivale a hacerse amigos con la mammona de iniquidad. Esta manera de entender el texto ha de corregirse; más aún, ha de borrarse totalmente de las tablas de vuestro corazón. No quiero que lo comprendáis de este modo, Haced limosnas con lo ganado en vuestros dignos trabajos; dad de aquello que poseéis justamente. No podréis corromper al juez, Cristo, de modo que solo os oiga a vosotros y no también a los pobres, a quienes se lo arrebatáis. Si tú, más fuerte y poderoso, robases a un inválido y, aquí en la tierra fueseis los dos a cualquier juez humano con cierta potestad para juzgar y aquél quisiera encausarte; si de lo robado al pobre dieses algo al juez para que sentenciase en favor tuyo, ¿sería tal juez de tu agrado? Ciertamente sentenció a favor tuyo y, sin embargo, es tan grande  la fuerza de la justicia, que también a ti te desagrada el hecho.

No te imagines así a Dios; no coloques tal ídolo en el templo de tu corazón. Tu Dios no es tal cual no debes ser tú. Aunque tú no juzgares de ese modo, sino que actuases rectamente, aun así tu Dios es mejor que tú; no te es inferior; es más justo,  es la fuente de la justicia. Cuanto de bueno has hecho, de él lo has recibido, y cuanto de bueno eructaste, de él lo bebiste. ¿Alabas el vaso porque contiene algo de agua, y vituperas a la fuente? No hagáis limosna con dinero  procedente de la usura. Lo digo a los creyentes, aquellos a quienes se distribuye el cuerpo de Cristo. Temed, corregíos para que no tenga que deciros después: 'Tú y tú lo estáis haciendo'.Y creo que, si lo hiciere, no deberíais airaros conmigo, sino con vosotros para corregiros. A esto se aplica lo que dice el salmo: Airaos y no pequéis (Salmo 4, 5). Quiero que os airéis pero no que pequéis. Para no pecar, ¿con quiénes debéis airaros sino con vosotros mismos? ¿Qué hombre es penitente, sino quien se aíra consigo mismo? Él mismo se impone el castigo para recibir el perdón, y con razón dice a Dios: Aparta tus ojos de mis pecados, porque reconozco que he obrado mal (Salmo 5, 11.5).Si tú lo reconoces él te perdona. No hagáis lo que hacíais; no está permitido.

Sermón 113,2.

también puedes consultar: CIC, 1803 y ss. Comentario al Salmo 84,12, Sermón 49, 4-6 ss.

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