viernes, 17 de agosto de 2012

// //

San Ezequiel Moreno Díaz (2)

El 1888 se organizó la primera Misión a Colombia, encargada de restaurar la histórica  y benemérita Provincia que en aquella República poseyó hasta exclaustración de la Orden de Agustinos Recoletos. El P. Moreno fue el designado por el Rvmo. P. Comisario General Apostólico, Fr. Gabino Sánchez de la Concepción, para presidir y dirigir aquella gloriosa expedición de siete religiosos, que tanta gloria debían dar a su Orden y a su Patria.

El 25 de noviembre de dicho año salió de Madrid la misión; el 28 embarcó en Santander en el Saint-Laurent, de la Trasatlántica francesa, y el 2 de enero de 1889 entraba Ezequiel en la capital de la República colombiana, que iba a ser teatro de las virtudes apostólicas del insigne Agustino Recoleto.

No siendo del caso escribir una biografía completa, entre otras razones, por haberla hecho tan perfecta el Ilmo. P. Toribio Minguella, de la misma Orden y Obispo de Sigüenza, tan solo mencionaremos los principales cargos.

Ejerció el cargo de Provincial de la nueva Provincia de la Candelaria, en cuyo interregno restauró personalmente el noviciado del Desierto y las Misiones de Casanare, gasta el 25 de octubre de 1893, en que fue nombrado por S. S. León XIII, Obispo Titular de Pinara, y primer Vicario Apostólico de Casanare. En el Breve de su nombramiento episcopal decía el Papa del Ilustrísimo Sr. Moreno, “que  en eñ distinguido ejercicio del cargo de Superior de los Religiosos Descalzos de la Orden de S. Agustín, en la República de Colombia, ha dado espléndidas pruebas de piedad, celo, doctrina, prudencia y consejo”.

El día 1 de mayo de 1894 recibió nuestro biografiado la Consagración Episcopal en la Catedral de Bogotá, siendo consagrante el Excelentísimo Sr. Arzobispo de la misma ciudad y padrinos los Excmo. Sres. Caro, Vicepresidente de la República y Mons. Sabatucci, Delegado Apostólico.

A fines de junio hizo su entrada en Támara, humildísima capital del Vicariato, y su primer acto público fue consagrar solemnemente al Sacratísimo Corazón de Jesús el territorio de su jurisdicción.

En la Biografía escrita por el Ilustrísimo P. Minguella aparecen muy detalladamente los trabajos verdaderamente apostólicos del P. Moreno al frente de su nueva grey, los altos ejemplos de las más acrisoladas virtudes, y, sobre todo, los terribles sufrimientos, llevados con admirable paciencia y resignación, durante la revolución colombiana del año 1895.

Nombrado Obispo de Pasto en la misma República, tomó posesión de su nueva Diócesis Pastopolitana, y a pesar de eso, será preciso que se vaya borrando el recuerdo de su inolvidable Pastor. Ardentísimo en el amor de Dios, tenía los mismos grados su caridad para con el prójimo, sobretodo con los más desgraciados. Los pobres, los enfermos o los pecadores. El Señor le concedió una exquisita prudencia para el gobierno de su Diócesis, y para la dirección de las conciencias una delicadísima discreción. Indulgente con los demás  era la austeridad la norma de su conducta para consigo mismo. Modelo de sumisión y obediencia a las enseñanzas de la Iglesia, fue un verdadero mártir, ya por su férrea tenacidad y firmeza apostólica en atacar los errores del Liberalismo, ya por las persecuciones, insultos, calumnias y trabajos sin cuento, que por esta causa huno de sufrir. Diríase, en fin, que al señalar el Apóstol a sus discípulos Tito y Timoteo las virtudes que debe reunir el obispo, proféticamente había visto ante sus ojos la figura incomparable del humildísimo P. Ezequiel.
La Víctima se iba  consumiendo poco a poco en el amor de Dios con la terrible enfermedad –cáncer en el cerebro- que le llevó al sepulcro. Más al llegar aquí, no puedo resistirme a copiar algunos   trozos de las cartas del Siervo de Dios, que revelan la grandeza de su ánimo y su inquebrantable conformidad con la voluntad divina.

“En Bogotá me principió una enfermedad a la nariz, que sigue y parece y parece algo seria, por lo menos preocupa a los médicos. La cabeza no me deja trabajar, pues está muy pesada (21 de octubre de 1905).

“Sigo lo mismo de salud, y los médicos no dicen aun lo que tengo. Mañana vienen de nuevo a verme, y acaso a cauterizar una llaga del paladar, no sé qué más harán. Me figuraré que es una penitencia voluntaria que me impongo. La cabeza no me permite escribir mucho. Los médicos me han dicho que no trabaje, pero, estando aquí es imposible, y saliendo al campo, no tengo a Jesucristo como aquí” (24 de octubre).

“Sigue mal esto de la nariz, a pesar de las muchas oraciones y comuniones que se han hecho para que el Señor me dé la salud. Yo no la deseo, aunque tampoco la rechazo; estoy muy conforme con lo que Dios Nuestro Señor quiera, y puesto que se le pide hay que descansar en lo que Él quiera hacer. ¡Qué consolador es esto! No conocen esta doctrina los que se desesperan. Me envidia siempre, con razón, el que tenga en casa a nuestro Jesús. Por eso le decía en mi anterior que no determino a salir a ninguna parte porque en ninguna parte tengo ese consuelo y esa compañía.¡Él sea bendito que se digna humillarse tanto y comunicarse tanto!” (27 de octubre).

Tomado de: Máximas, Sentencias y Soliloquios.
P. Teófilo Garnica del Carmen

0 Reactions to this post

Add Comment

Publicar un comentario