jueves, 25 de septiembre de 2014

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De la mano de Agustín

Lc 9.7-9  Las tres formas de hablar de Cristo

La resurrección de los muertos es creencia específica de los cristianos. Cristo, nuestra cabeza, nos la mostró en su persona y nos otorgó una prueba de lo que creemos para que los miembros esperen para ellos lo que ya tuvo lugar en la cabeza. Ayer os hice ver cómo los más excelentes entre los sabios gentiles, llamados filósofos, investigaron la naturaleza y por las obras llegaron al conocimiento del creador. No escucharon a los profetas, no recibieron la ley, pero Dios les hablaba en cierto modo, sin palabras, mediante las obras presentes en el mundo hecho por él. La belleza del mundo los invitaba a buscar al artífice de las cosas; no pudieron persuadirse de que el cielo y la tierra existieran sin haberlos hecho nadie. De ellos habla el apóstol Pablo con estas palabras: La ira de Dios -dice- se revela desde el cielo sobre toda impiedad. ¿Qué significa: sobre toda impiedad? No sólo sobre los judíos, que recibieron la ley de Dios y ofendieron al dador de la misma; la ira de Dios se revela también desde el cielo sobre toda la impiedad de los gentiles. Y para que nadie se pregunte: «¿Por qué, si ellos no recibieron la ley?», añadió a continuación: Y sobre la injusticia de quienes tienen apresada la verdad en la iniquidad3. Responde ya tú: «¿Qué verdad, puesto que ni recibieron la ley ni oyeron a un profeta?» Escucha de qué verdad habla: Porque lo cognoscible de Dios -dijo- es manifiesto entre
ellos. ¿De dónde les llegó tal manifestación? Escucha todavía: Porque Dios se lo manifestó4. Si todavía preguntas: «¿Cómo se lo manifestó a quienes no dio la ley?», escucha el modo: Desde la creación del mundo, lo invisible de él se deja ver a su inteligencia mediante las cosas creadas5. Lo invisible de él, es decir, lo invisible de Dios; desde la creación del mundo, es decir, desde que hizo el mundo; se deja ver a su inteligencia mediante las cosas creadas, es decir, comprende lo invisible de Dios quien comprende las cosas creadas. También su sempiterno -cito, añado palabras del Apóstol-, también su sempiterno poder y divinidad: has de entender que se perciben una vez comprendidas las cosas creadas. De forma que son inexcusables. ¿Por qué son inexcusables? Porque, conociendo a Dios, no lo glorificaron como Dios ni le dieron gracias. No dijo «desconociendo», sino conociendo a Dios.
Sermón 341,1

 

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