domingo, 23 de noviembre de 2014

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Cristo Rey - Reflexión

Cristo reinará en nuestros corazones
si nos amamos unos a otros
como Él nos ama.
Hasta dar la vida por el hermano
si fuera preciso.

El último domingo del año litúrgico se celebra la fiesta de "Jesucristo, Rey del universo". Es la culminación de todas las fiestas del Señor que hemos celebrado a lo largo del año. ¿Cómo, dónde, cuándo tiene que reinar Jesucristo? Su reino no es de este mundo, por eso su forma de reinar es desde la humildad, desde la cruz.... Su corona es de espinas, su cetro una caña cascada, su manto un trapo de color púrpura, su trono la cruz. 

Reina en el corazón de cada hombre y cada mujer que se acerca al otro, descubre su necesidad y le ayuda. Reina en aquél que descubre a Cristo en el rostro del mendigo, en la madre angustiada por el hijo que se pierde, en el anciano que se muere en soledad. Cristo debe reinar ya en nuestro interior, porque su Reino ya ha comenzado, aunque todavía no haya llegado a su plenitud. Es el "ya, pero todavía no" en tensión escatológica.

2.- El Rey- Pastor cuida de sus ovejas. Es un Rey-Pastor que cuida sus ovejas. El Profeta Ezequiel nos promete que en la Era Mesiánica el Hijo de David, el Mesías, será nuestro Rey-Pastor. Por culpa de sus jefes, Israel es un rebaño disperso. El Destierro de Babilonia es una calamidad que amenaza la misma supervivencia de Israel. Por eso va a intervenir Yahvé y va a realizar un plan de Redención y Salvación: «Porque así dice el Señor Yahvé: Aquí estoy Yo; Yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él”.Y ante todo las rescata de todos los sitios adonde han sido desterradas y dispersadas; las reúne y congrega; las retorna al aprisco y a los pastos de Israel. 

Después del destierro ya no se restauró la Monarquía; el Rey-Pastor será Yahvé. Y ahora, desechados y castigados los malos pastores que en vez de ocuparse de las ovejas, egoístas y avaros, sólo buscaron las propias conveniencias, Yahvé mismo se hace Pastor de su pueblo: «Yo mismo apacentaré mis ovejas, Yo mismo las llevaré a reposar. Oráculo de Yahvé». 

Esta maravilla de amor la realizará Dios enviando al Mesías: «Yo suscitaré para ponérselo al frente un solo pastor que las apacentará, mi siervo David; él las apacentará y será su pastor. Yo, Yahvé, seré su Dios y mi siervo David será Rey en medio de ellos». Dios reinará en su pueblo, Dios apacentará su rebaño por medio del Mesías. Jesús, en la parábola del Buen Pastor, reivindica para sí este título y esta función Mesiánica. Nosotros lo proclamamos en el Salmo 22: El Señor es mi pastor, nada me falta”

3.- “El Cristo triunfante en el cielo es mendigo en la tierra”. (San Agustín). El juicio de Dios es para la salvación de todas las naciones. El resultado del mismo depende de la opción personal de cada uno por la misericordia o por la cerrazón de corazón al hermano necesitado. Es nuestra actitud ante el ser humano lo que se juzga. 

El evangelista Mateo abre aquí una gran puerta a la acción salvadora de Dios con toda la humanidad y actualiza la presencia de Jesús en los débiles los pequeños, los marginados, los excluidos, los estigmatizados. En palabras de san Agustín, “Si quieres ayudar a alguien, hazlo en vida, hermano, porque el Cristo triunfante en el cielo es mendigo en la tierra”. 

Dios no nos juzgará por lo que le hayamos hecho a Él. Nadie ama a Dios directamente, ni ofende directamente a Dios. Le amamos y le ofendemos en nuestro hermano. El hombre es el sacramento de Dios, la necesaria mediación y el único camino para llegar a él. “Quien dice que ama a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1 Jn 4, 20). Y “lo que hacéis a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hacéis” (Mt. 25, 40).

Todos seremos juzgados según su actitud hacia “los hermanos más pequeños” de Jesús. Seremos juzgados por el amor que hayamos tenido a los demás y por la capacidad que hayamos desarrollado de crear en el mundo condiciones fraternales de vida. 

El amor no es una idea abstracta, un buen sentimiento, una palabra cariñosa. Son obras concretas: Dar de comer, vestir, visitar en la cárcel... Y hacer todo eso necesariamente "por amor de Dios" y "amor al ser humano". Sin separar ambos amores.
Si amamos así, se está haciendo a plenitud y según la voluntad de Dios. Nadie será juzgado por su doctrina, por las ideas que tuvo sobre la religión, por los dogmas en los que creyó. Sólo contarán los actos de servicio al prójimo, los actos de justicia con el hermano oprimido y necesitado de nuestra ayuda. Contará el dar de comer, el dar de beber, el dar vestido... Cosas tan simples y tan básicas, las elementales "obras de misericordia” salvarán al hombre.

El amor al ser humano por sí mismo y por Dios, con todo lo que ello implica o exige, es la única forma de instaurar el Reino de Dios en la tierra, ya que Cristo reina únicamente por amor.
P. Teodoro Baztán

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