miércoles, 25 de febrero de 2015

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De la mano de San Agustín (22)

Lc 11,29-32  La señal propia de Jesús


Por la grandeza de tu poder, te mentirán tus enemigos. Por esto, dice, te mentirán tus enemigos, para que se agrande tu poder (Sal 65,3. ¿Qué quiere esto decir? Poned más atención. El poder de nuestro Señor Jesucristo cuando más se mostró fue en la resurrección, de la que este salmo ha recibido el título. Al resucitar se apareció a sus discípulos. No se apareció a sus enemigos, sino a sus discípulos (Cf Hch 10,41). Crucificado sí que estuvo visible a todos: al resucitar sólo a los fieles; para que los que luego quisieran, creyesen, y al creyente se le prometiera la resurrección. Hubo muchos santos, que hicieron muchos milagros; ninguno de ellos resucitó después de muerto; incluso los que ellos resucitaron habían de morir después.


Atienda vuestra Caridad. El Señor, haciendo notar sus obras, dijo: Si no me queréis creer a mí, creed a las obras (Jn 10,38). Con esto da también importancia a las obras de los antiguos profetas, que si no son las mismas, muchas sí lo son, muchas tienen el mismo poder. Caminó el Señor sobre el mar, y le ordenó a Pedro que lo hiciera también (Cf Mt 14,25-29). ¿Acaso no estaba el Señor presente cuando se dividió el mar, para que pasase Moisés con el pueblo de Israel? (Cf Ex 14,21). Era el Señor mismo quien lo hacía. El que realizaba estos prodigios por su propio cuerpo, era el que lo realizaba por medio del cuerpo de sus siervos. Pero lo que no hizo por medio de sus siervos (pues él era quien lo realizaba todo) fue el que alguno de los muertos resucitara para la vida eterna. Porque podrían decir los judíos de los milagros realizados por el Señor: Esto también lo realizó Moisés, o Elías, o Eliseo; podían haberlo dicho, ya que también ellos resucitaron a algunos muertos, e hicieron muchos milagros. Por eso, cuando le pidieron un signo, puso de relieve la señal que sólo en él había de suceder, y dijo: Esta generación malvada y corrupta pide un signo; y no se le dará otro signo que el del profeta Jonás: pues así como Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará también el Hijo del hombre tres días y tres noches en el seno de la tierra (Mt 12,39-40). 

¿Cómo estuvo Jonás en el vientre del cetáceo? ¿No estuvo de manera que lo pudiera luego vomitar vivo? Lo que fue el cetáceo para Jonás, eso fue el infierno (abismo) para el Señor. Expresó esta comparación como un signo propio suyo; y es de un enorme poder. Es de más poder que resucite un muerto que el no haber muerto. La grandeza del poder del Señor, en cuanto que se hizo hombre, se manifiesta en el poder de la resurrección. A ella se refiere al Apóstol, cuando dice: No tengo mi justicia por la ley, sino la que me viene por la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, para conocerle a él y el poder de su resurrección (Flp 3,9-10). Así lo recalca también en otro lugar: Y si fue crucificado en cuanto a su debilidad, vive ahora por el poder de Dios (2Co 13,4). Teniendo en cuenta, pues, que este gran poder del Señor se refiere a su resurrección, de donde le vine el título de este salmo, ¿cuál será el sentido de la expresión: Por la grandeza de tu poder, tus enemigos te mentirán? Hay que buscarlo en que tus enemigos te mentirán para que seas crucificado; y lo serás para resucitar después. Así que su mentira servirá para poner de relieve tu gran poder. ¿Por qué suelen mentir los enemigos? Para reducir el poder de aquel a quien mienten. Pero a ti te ha sucedido al revés. Porque si no hubieran mentido, tu poder parecería menor.
Comentario al salmo 65,6












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