sábado, 28 de febrero de 2015

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De la mano de San Agustín (25)

La limosna

El rico y el pobre, dijo, se encontraron en el camino; el Señor es el creador de ambos (Pr 22,2). Así, pues, hermanos, como está escrito: El rico y el pobre se encontraron en el camino. ¿En qué camino sino en esta vida? ¡Ea, rico, puedes aligerar tu carga dando a los pobres lo que adquiriste a base de fatigas! Da algo a quien no tiene, puesto que también tú careces de algo. ¿Acaso tienes la vida eterna? Da, pues, de lo que tienes para adquirir lo que no tienes. Llame el mendigo a tu puerta; llama también tú a la puerta de tu Señor. Dios hace contigo, su mendigo, lo que haces tú con el tuyo. Da, por tanto, y se te dará; pero si no quieres dar, ¡allá tú! Clama el pobre y te dice: «Te pido pan, y no me lo das; tú pides la vida, y no la recibirás. Veamos quién de nosotros sufre mayor daño: yo, que me veo defraudado en un bocado, o tú, que te verás privado de la vida eterna; yo, que soy castigado en el estómago, o tú, que lo eres en la mente; por último, yo, que ardo de hambre, o tú, que has de ser entregado al fuego y llamas voraces». Ignoro si la soberbia del rico podrá dar respuesta a estas palabras del pobre. Da, dice el Señor, a todo el que te pida m(Mt 5,42). Si a todos, cuánto más al necesitado y al mísero, cuya flaqueza y palidez están mendigando, cuya lengua calla, a la vez que piden limosna su suciedad y gemidos. Escúchame, ¡oh rico!, y sea de tu agrado mi consejo. Redime tus pecados con la limosna. No incubes el oro; desnudo saliste del seno de tu madre, desnudo has de volver a la tierra (Jb 1,21). Y si has de volver desnudo a la tierra, ¿para quién atesoras en ella? Pienso que, si pudieses llevarte algo de ella, hubieses devorado hombres vivos. He aquí que has de salir desnudo; ¿por qué no das de tu dinero acumulado justa o injustamente? Da de aquello que te hace ser admirado, llénate de cosas más admirables para llegar al reino de los cielos. Si dieras a un hombre diez sólidos,por los cuales te restituyera después trescientos, ¡cuál sería tu alegría, cómo exultaría de gozo tu alma! Si te producen gozo los intereses, presta a tu Dios. Da a tu Señor de lo suyo, y te lo devolverá con intereses multiplicados. ¿Quieres saber por cuánto lo va a multiplicar? A cambio de un bocado, de una moneda, de una túnica, recibes la vida eterna, el reino de los cielos, la bienaventuranza sin fin. Compara el valor del bocado con la vida eterna, con las riquezas sempiternas. Él es nuestro premio, sin el cual el rico es un mendigo y con el cual el pobre es extremadamente rico. Pues ¿qué tiene el rico si no tiene a Dios? ¿Qué no tiene el pobre si tiene a Dios? Por tanto, hermanos, como vigía del pueblo, habiendo dicho esto y habiéndoos exhortado, yo me encuentro libre, me lavo las manos, cumplo mi oficio. Hay quien os pida cuentas y examine vuestra conducta. Habéis gemido; por tanto, estáis dispuestos para dar limosna. Gracias a Dios. El Señor, que os dio el entenderlo, es poderoso para concederos el fruto de la limosna.

Sermón 350B

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