sábado, 27 de junio de 2015

// //

De la mano de San Agustín (22)

El gran bien de la caridad
 ¡Qué gran bien no es esta caridad, hermanos! ¿Qué hay más valioso? ¿Qué más brillante? ¿Qué hay más firme? ¿Qué más útil? ¿Qué hay más seguro? Hay muchos bienes de Dios que los tienen también los malos, pues han de decir: Señor, en tu nombre hemos profetizado, en tu nombre hemos arrojado los demonios, en tu nombre hemos hecho muchos milagros (Mt 7,22). Y él no les replicará: «Es falso que hayáis hecho eso», pues en presencia de tal Juez no se atreverán a mentir, o a jactarse de lo que no hicieron. Pero como carecieron de caridad, les responderá a todos ellos: No os conozco (Mt 7,23). Ahora bien, ¿cómo va a tener un ápice de caridad quien, aun convicto, no ama la unidad?. Para recomendar esta unidad a los buenos pastores, el Señor no quiso dar el nombre de pastores a muchos. Como ya dije, no hay que pensar que no eran pastores buenos Pedro, Pablo, los demás apóstoles y los santos obispos que les sucedieron, incluido el bienaventurado Cipriano. Todos ellos fueron pastores buenos, y, sin embargo, a los pastores buenos el Señor no les recomendó los buenos pastores, sino al buen pastor: Yo soy —dice— el buen pastor (Jn 10,11).
Sermón 138,3

0 Reactions to this post

Add Comment

Publicar un comentario