viernes, 3 de febrero de 2017

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De la mano de San Agustín (2): LA CORRECCIÓN Y LA GRACIA (2)

Utilidad de las correcciones

Añaden esos enemigos de la corrección: "Conténtense los superiores con enseñarnos sólo lo que debemos hacer y oren por nosotros para que cumplamos lo que nos mandan; pero no nos corrijan ni renieguen si no lo hacemos".

Antes bien hágase lo uno y lo otro, porque los apóstoles, que fueron los Doctores de la Iglesia, todo lo hacían: mandaban lo que debe hacerse, corregían a los infractores de sus preceptos y rogaban a Dios para que se cumpliesen.

Así, el Apóstol manda cuando dice: Todas vuestras cosas se hagan con caridad (1Co 16,14). Corrige cuando dice: Ya por cierto es mengua para vosotros el que entre vosotros tengáis pleitos. ¿Por qué no soportáis más bien la injuria? ¿Por qué no os dejáis más bien engañar? Antes bien vosotros sois los que cometéis atropellos y fraudes; ¡y eso a hermanos! ¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios (1Co 6,7-9)? Oigamos también al que ora: Y a vosotros os multiplique el Señor y os haga aventajar en caridad mutua y para con todos (1Ts 3,12).Manda que se guarde la caridad; corrige, porque se falta a ella; ruega a Dios para que abunde. ¡Oh hombre! En los preceptos reconoce lo que debes poseer: en la corrección confiesa lo que te falta por culpa tuya, en la oración aprende de dónde recibes lo que deseas tener.

Propónese una dificultad 
 Pero prosigue el contradictor: "¿Cómo, pues, puedo yo ser culpable de no poseer lo que no recibí de aquel que es el único que puede darnos tan calificado y precioso don?"

Tened un poco de paciencia, hermanos míos, y sufridme al defender la verdad de la gracia divina y celestial, no contra vosotros, cuyo corazón es recto ante Dios, sino contra los que tienen sentimientos terrenos y también contra los mismos pensamientos humanos. He aquí cómo se desahogan los que a causa de sus malas obras no quieren ser reprendidos por los predicadores de esta gracia: "Mándame lo que debo hacer; y si lo ejecutare, agradécelo al Señor, que me ha prestado ayuda para ello; pero si no lo ejecuto, no se ha de corregirme, sino rogar a Dios para que me otorgue lo que no me dio, esto es, la caridad fiel de Dios y del prójimo, con que se cumplen sus preceptos. Ruega, pues, por mí para que me haga digno de recibirla, y por ella, con buen espíritu y voluntad, cumpla lo que se me ordena. Ciertamente, sería digno de corrección si por mi culpa no la tuviese, esto es, si fuese capaz de tenerla de mi cosecha o tomarla por mí mismo y no lo hiciese, o si, dándomela El, rehusase su oferta. Pero como la misma voluntad es preparada por el Señor, ¿por qué se me reprende al ver que no quiero cumplir sus preceptos y no se le ruega más bien para que me dé una voluntad eficaz?"
Corrept., III, IV,5,6

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